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La película de la semana: 'El brutalista', un triunfo sin concesiones rumbo a los Oscar

• Jan 28, 2025, 6:00 AM
14 min de lecture
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"Creo en el control creativo. No importa lo que alguien haga, debe tener el control sobre ello"... Sabias palabras del difunto David Lynch, que en 1984 perdió todo el control sobre su adaptación de 'Dune', de Frank Herbert, lo que llevó al director a sentirse asqueado por la experiencia de tener que firmar la entrega del montaje final de su película.

Esta cita de Lynch tuvo eco este mes cuando el director de 'El brutalista', Brady Corbet, director de 'La infancia de un líder' y del filme 'Vox Lux', recogió el Globo de Oro a la mejor película (drama) y en su discurso hizo comentarios sobre la libertad creativa.

"Sólo quería dejar a todo el mundo con algo en lo que pensar: El desempate final es para el director", declaró Corbet, en el que fue su segundo discurso tras ganar el premio al Mejor Director a primera hora de la noche. "Es una afirmación controvertida. No debería serlo. No debería ser polémica en absoluto".

El "desempate final" que menciona se refiere a que la visión del director prevalece sobre cualquier desacuerdo con los financieros. Y por lo que parece, el apoyo a 'El brutalista' no fue tanto.

"Me dijeron que la película no funcionaría"

"Me dijeron que esta película no era fácil de distribuir", declaró Corbet ante el público de los Globos de Oro. "Me dijeron que nadie iría a verla. Me dijeron que la película no funcionaría".

Es cierto que una película de siete años de rodaje y tres horas y media de duración, rodada principalmente en VistaVision, una película antigua que no se utilizaba desde principios de los años sesenta, sobre un arquitecto de mediados de siglo, no es una propuesta fácil. Si a esto añadimos que comienza con una obertura y se divide en dos mitades mediante un intermedio de la vieja escuela, la reacción instintiva de tacharla de pretenciosa o de locura demasiado afectada podría ser comprensible.

Gracias a Dios, Corbet consiguió pasar por encima de los detractores y sacar adelante. A su vez, tiene derecho a sentirse reivindicado, ya que desafió la sabiduría convencional de la industria para crear una saga americana magistral y rica en texturas que se ha convertido en la improbable favorita en la aún muy abierta carrera hacia el Oscar.

Fotograma del filme 'El brutalista'
Fotograma del filme 'El brutalista' A24

Antes de que aparezcan los elegantes créditos iniciales, conocemos a László Tóth (Adrien Brody), un arquitecto judío de Budapest formado en la Bauhaus que emigra a Estados Unidos en 1947. Su esposa Erzsébet (Felicity Jones) está viva y él espera que pronto pueda reunirse con él, siempre que ella y la sobrina de László, Zsófia (Raffey Cassidy), puedan salir de un campo de desplazados y conseguir la documentación necesaria para ello.

Una partitura asfixiante y la Estatua de la Libertad al revés

La partitura de Daniel Blumberg crece y ahoga la voz en off antes de la primera parte, sobre 'El enigma de la llegada'. Como sugiere la tarjeta de presentación, la primera mitad de la película de Corbet no pierde el tiempo en abordar la experiencia del inmigrante de posguerra, ya que László nunca se sacude ese peso que se le hace cargar como extranjero. En muchos sentidos, todo está ahí al final de la primera toma única: una Estatua de la Libertad al revés.

"Dadme a vuestros cansados, a vuestros pobres, a vuestras masas apiñadas que anhelan respirar libres", reza la famosa inscripción. Pero la realidad dista mucho de ser acogedora, ya que los pregonados principios de Estados Unidos sobre la tolerancia y la movilidad ascendente a menudo suenan huecos. Corbet anuncia desde el principio lo que 'El brutalista' tendrá que decir sobre el legendario sueño americano: es una ilusión alimentada por la envidia, la xenofobia y la preservación de un statu quo que garantiza que los privilegios sigan siendo insulares.

El triunfo del diseño minimalista

László se reúne con su primo, pero luego es acusado falsamente de intentar seducir a su mujer, una injusticia que le cuesta un cliente que había conseguido recientemente. Ese cliente es el mimado heredero Harry van Buren (Joe Alwyn), que quiere que se reimagine la biblioteca de su magnate padre.

Afortunadamente, el trabajo que László ya había entregado pronto es reconocido como un triunfo del diseño minimalista por varias revistas de arquitectura. El inicialmente furioso Harrison van Buren (Guy Pearce) busca a László y se deleita en las conversaciones "intelectualmente estimulantes" que mantiene con él. Resulta que van Buren padre tiene un ambicioso proyecto, que hará triunfar o fracasar al afamado arquitecto que intenta relanzar su carrera...

Fotograma del filme 'El brutalista'
Fotograma del filme 'El brutalista' A24

Escrita por Corbet y Mona Fastvold con una envergadura digna de las mejores películas de Paul Thomas Anderson -recuerda a 'There Will Be Blood' y a las aspiraciones de 'The Master', 'El brutalista' maravilla de principio a fin.

Un actor convertido en director con grandes ambiciones

Aunque la duración inicial de 215 minutos parece perversamente larga e indicativa de un proyecto pasional desbocado, no se desperdicia ni un solo fotograma en esta epopeya meticulosamente compuesta. La suntuosa ejecución estilística revela que Corbet es un actor convertido en director capaz de estar a la altura de sus ambiciones.

Junto a él están Lol Crawley y su magnífica fotografía; Daniel Blumberg con una partitura que alcanza el punto justo entre lo ominoso y lo bello; y un reparto que ha entendido el encargo.

Un superviviente del Holocausto a la vez crudo y fascinante

El papel de Adrien Brody como superviviente del Holocausto es a la vez crudo y fascinante por la forma en que se entremezclan en todo momento diversos matices de tumulto y pasión. Recuerda a su oscarizado trabajo en 'El pianista', de Polanski, y parece que sumará otra estatuilla al Mejor Actor por esta electrizante interpretación de un hombre que se pervierte por la compañía que mantiene, convirtiéndose en un creador que "sólo rinde culto en el altar de sí mismo".

Le igualan el giro de Felicity Jones como Erzsébet en 'Parte 2: El núcleo duro de la belleza' y un nunca mejor Guy Pierce. Puede que László sea el brutalista titular en el sentido de que está especializado en arquitectura funcional; sin embargo, el otro sentido de la palabra pertenece al bravucón patriarca de Pierce, así como a su hijo, interpretado por Joe Alwyn.

Jerarquías salvajes basadas en la riqueza

El dúo padre-hijo de los Van Buren encarna a las élites capitalistas, pero también a quienes, bajo el disfraz de la cultura y la afinidad por las artes, mantienen salvajemente jerarquías basadas en la riqueza.

El patriarca quiere que su nombre se asocie con el singular talento de László, y a pesar de sus grandes afirmaciones de que es responsabilidad de los privilegiados alimentar las visiones de los artistas, revela progresivamente una actitud detestable como guardián cultural sólo interesado en su propio legado. Para él, la negación de la libertad de pensamiento e incluso de la identidad de un artista es accesoria, ya que los inmigrantes deben ser baratos, deferentes y agradecidos.

De tal palo tal astilla...

En cuanto al Harry de Alwyn, se convierte (al igual que su bigote de padre) en un baboso detestable que cree que todo lo que se lleva es suyo por derecho. Su presencia garantiza que la próxima generación mantendrá las mismas estructuras desequilibradas basadas en la exclusión y el derecho. De tal palo tal astilla... Y viceversa, ya que los dos miembros de la familia cometen el mismo acto degradante en dos momentos de la película, aunque el de Harry tenga lugar fuera de la pantalla.

Fotograma del filme 'El brutalista'
Fotograma del filme 'El brutalista' A24

"¿Por qué la arquitectura?", pregunta Harrison durante una velada de la que es anfitrión.

"Nada tiene explicación por sí mismo. ¿Hay mejor descripción de un cubo que su propia construcción?", responde László.

Su respuesta ejemplifica algunos de los temas de la película, que complementan la naturaleza expansiva de 'El brutalista'. Sí, se trata de una película que reflexiona sobre cuestiones de peso como el mecenazgo, la creatividad, el capitalismo y la compleja relación cultural de Estados Unidos con Europa, pero Corbet ha encontrado la manera de que nunca resulten pesadas. Al ahondar en la creación de mitos y sus múltiples facetas a través de una fascinante historia personal, ofrece una película que se convierte en su propia explicación.

Un laberinto equilibrado y asimétrico

Es cierto que la primera mitad es sin duda superior, pero cuando una película te atrae hacia un laberinto equilibrado y asimétrico del que no quieres escapar, no puedes sino asombrarte del gran y audaz ritmo de un director.

Corbet se ha enfrentado a un Hollywood sin riesgos con su ambición, y ha dado sus frutos. Queda por ver si Tinseltown recompensará su película aparentemente "no distribuible" con las estatuillas doradas que se merece. Esperemos que el intermedio, perfectamente colocado y compasivo con la vejiga -que no puede contar lo suficientemente rápido- juegue a su favor...

Sin embargo, que se lleve el premio principal en marzo es irrelevante, ya que el logro sin concesiones de Corbet le ha dado la razón: El desempate final debería ser para el director. ¿Cuántas obras maestras nos hemos perdido por no hacerlo? Esta es una línea de investigación brutal.

La película 'El brutalista' ya está en los cines.