¿Deberíamos dejar de consumir cultura rusa? Una campaña pide boicotear todo lo relacionado con ella

Han pasado más de tres años desde que Rusia invadió Ucrania. Estados Unidos y la Unión Europea apoyaron al país con ayuda financiera y militar, mientras que un boicot cultural prohibió a Rusia participar en eventos multinacionales como Eurovisión. También se boicoteó a artistas e instituciones rusas. Cuando el Royal Ballet de Londres organizó una representación de 'El Cascanueces' a finales de 2022, confirmó que su política sería no trabajar con aquellos asociados con el Estado ruso, como el Teatro Bolshói. Desde 2022, este tipo de planteamientos estrictos han disminuido. Por ejemplo, la polémica 'Rusos en guerra', que se estrenó en la Bienal de Venecia del año pasado.
Sin embargo, en toda Europa se sigue disfrutando de la cultura rusa en general. La larga historia de la literatura, la música clásica y el teatro rusos está tan imbricada en el canon artístico occidental que, a pesar de algunos llamamientos tempranos a su boicot, muchas instituciones europeas se han mantenido en la postura de separar el arte del clima político actual.
Desde el comienzo de la guerra, la postura de Ucrania ha sido el boicot total al arte ruso. Ahora, la plataforma de recaudación de fondos dirigida por el Gobierno, United24, está renovando sus esfuerzos, para mantener su agenda en el ojo público, y teme que la percepción occidental se esté moviendo más favorablemente hacia el Estado ruso. "Mucha gente cree que la cultura está fuera de la política", explica a 'Euronews Culture' un representante de 'United24 Media', que no quiso ser nombrado. "Rusia utiliza esta creencia para apoyar la imagen de país que necesita".
En estos momentos, hay dos grandes producciones teatrales de obras de Antón Chéjov en Londres, 'La gaviota', en el Barbican, protagonizada por Cate Blanchett, y 'Tres hermanas', en el Shakespeare's Globe. También hay una producción de 'El jardín de los cerezos', del gran dramaturgo ruso, en la Comédie-Française de París, y 'La gaviota' se representará a finales de este año en la Schaubühne de Berlín. No se trata sólo de Chejov.
El mes pasado se representó 'Eugene Onegin', de Piotr Chaikovski, en el Teatro alla Scala de Milán. Incluso el escritor del siglo XIX Fiódor Dostoievski tuvo una especie de renacimiento cuando los lectores de la Generación Z descubrieron su cuento 'Noches Blancas' el año pasado a través de la tendencia #BookTok para la novela romántica.
Sin embargo, una nueva campaña de United24 afirma que la cultura rusa, y en particular su literatura, debe seguir siendo objeto de estudio. "La literatura fue sin duda la herramienta más eficaz de colonización de las periferias no rusas del Imperio ruso", afirma el representante.
Si se profundiza en estos "grandes rusos", se encuentran corrientes de pensamiento que están omnipresentes en la beligerancia de la nación actual. Ya se trate de la glorificación del imperio por León Tolstói o de la marginación de los ucranianos por Alexander Pushkin, United 24 cree que estos grandes no pueden leerse en el vacío, lejos de la guerra. "Las obras de Lermontov, Chéjov y Tolstói describen claramente a los cosacos ucranianos de forma negativa. Se les presenta como salvajes y analfabetos, lo que es falso y poco sorprendente, dada su historia de feroz resistencia al Imperio ruso", afirma United24.
Si los clásicos de la literatura rusa eran tan grandes, ¿por qué "no han impedido los acontecimientos que se están produciendo actualmente?". Se pregunta United24. A la agencia le preocupa que el consumo de cultura rusa actúe como propaganda. Su campaña 'La cultura rusa distrae de los crímenes rusos' pone de relieve el alto precio que han pagado las instituciones culturales ucranianas. Al principio de la guerra, el Teatro Dramático de Mariúpol fue bombardeado por las fuerzas rusas. Se calcula que murieron unas 600 personas.
Las dos producciones londinenses de Chejov declinaron hacer comentarios sobre el tema. Sin embargo, Ani Kokobobo, profesora asociada de literatura rusa en la Universidad de Kansas, sostiene que no debemos apartarnos completamente de la literatura rusa: "Un ser humano que vive en la superficie de la Tierra no tiene derecho a apartar la vista e ignorar lo que ocurre en la Tierra, y existen imperativos morales superiores para ello", afirma, citando a Dostoievski.
"Sin duda, el bombardeo intencionado de niños en Mariúpol es algo ante lo que Dostoievski tampoco podría mirar hacia otro lado", escribe Kokobobo en 'The Conversation'. "Al mismo tiempo, los lectores tampoco deberían apartar la mirada de la indecorosidad de Dostoievski y su sentido del excepcionalismo ruso". Para Kokobobo, también es imposible rehuir gran parte de la literatura de la nación que propaga el dogmatismo ruso de su propia grandeza. Estas ideas "están conectadas con la ideología más amplia que ha alimentado la misión colonial de Rusia en el pasado, y la actual política exterior rusa que se exhibe violentamente en Ucrania", afirma.
Si la literatura rusa no bastó para detener la guerra, su inspiración puede seguir siendo crucial para la caída del régimen de Putin. Así lo creía el asesinado político opositor Alexéi Navalni, que citó a Tolstói tras su juicio en marzo de 2022: "La guerra es un producto del despotismo. Quien quiera luchar contra la guerra, que luche contra el despotismo".
También hay que tener en cuenta la cultura rusa contemporánea hecha por disidentes. Por ejemplo, el director de cine Kirill Serebrennikov se ha enfrentado a la persecución en su país natal y se ha trasladado a Berlín tras años de arresto domiciliario. Es un crítico acérrimo del presidente ruso Vladímir Putin, no sólo por la guerra, sino también por la postura paralizante de Rusia respecto a los derechos LGBTQ. Su película más reciente, 'Limónov' sobre el disidente político Eduard Limónov, se estrenó en el Festival de Cannes del año pasado.
Del mismo modo, la banda punk Pussy Riot, frecuentemente perseguida, ha seguido avivando la polémica. En 2022, sus integrantes fueron detenidas antes de un intento de asaltar el terreno de juego en la final del Mundial de Qatar para protestar por la guerra en Ucrania.
Si no podemos desprendernos por completo de la cultura rusa, United24 sostiene que la gente debería al menos seguir defendiendo el arte ucraniano y darle su debido reconocimiento. "Tiene mucho que ofrecer al mundo, a pesar de su destrucción sistemática durante los últimos 300 años por el Imperio ruso, por el que no sólo pasó con honor, sino que se preservó y desarrolló", afirma el representante. "Y sin duda merece la pena preservarla para el futuro. Lo cual, por supuesto, es imposible a menos que se detenga a Putin".
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