Guangzhou sufre por la guerra comercial, pero reta a Trump: “China va a ganar”

Si la guerra arancelaria es una guerra, la ciudad china de Guangzhou es uno de sus principales frentes. La capital de la provincia de Cantón ―una de las grandes locomotoras productivas de China, ubicada en el sur del país― se puede ver como una trinchera comercial y manufacturera con vocación exportadora. En distritos como Panyu, donde se suceden hangares, naves y fábricas de todo tipo, se han sentido los cañonazos tarifarios de Donald Trump, y el parte desde el campo de batalla es preocupante, pero no catastrófico: “La guerra de aranceles al final va a hacer daño a todo el mundo; a gente como yo, que solo quiere ganarse la vida”, dice Lily Liao, dueña de Guangzhou Dawang Garment, una fábrica textil de más de 13.000 metros cuadrados. Sus pedidos con Estados Unidos suponían unos 100.000 dólares mensuales (unos 88.000 euros) antes de que el republicano aterrizara en la Casa Blanca. Casi tres meses después, han caído a cero.
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