Desde el albañil al turista, el impacto económico de los rodajes en España

A mediodía de un miércoles lluvioso de febrero, en el mesón El 60 hay encendidas dos televisiones. En una, Eva Arguiñano prepara un postre. En la otra, varios grupos de rock se intercambian en el escenario de un festival. Durante cuatro meses, a los parroquianos habituales de este bar de Hervás, en Extremadura, se sumaron clientes nuevos, algunos de ellos caras conocidas del cine y la televisión, como es el caso de Iván Massagué. El actor es parte del equipo de El cuco de cristal, la serie de Netflix producida por Atípica Films, que hace un par de semanas se ha terminado de rodar en este municipio de 3.900 habitantes y sus alrededores.
Palacios y estaciones reales que sirven como decorados

Hace unas semanas, Movistar Plus+ estrenó La vida breve, una miniserie de producción propia que repasa el reinado de Luis I, el más corto de la historia de España. La peculiaridad de esta ficción es que ha sido rodada, en gran parte, en palacios y reales sitios de Patrimonio Nacional. El año pasado este organismo público ingresó 256.000 euros por alquilar sus espacios para rodajes. Desde la institución se destaca que las ficciones sirven para dar visibilidad al patrimonio histórico y artístico del país, y que muchos visitantes cuentan que han llegado atraídos por lo que han visto en pantalla.
Las estaciones de ferrocarril son escenarios de emotivas despedidas y reencuentros que se han plasmado muchas veces en pantalla. Y hay ocasiones en que las escenas no se graban en platós, sino en sitios tan concurridos como la sevillana Santa Justa. Según un informe de Adif, 163 proyectos se han realizado en sus instalaciones durante los últimos cinco años, la mayor parte en estaciones, aunque también han tenido lugar en túneles y vías. La empresa asegura que su objetivo con el alquiler de espacios es apoyar y contribuir a la promoción de la industria audiovisual.
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