España, la superpotencia de las lechugas

La palabra lechuga tiene un trasfondo sugerente. En el antiguo Egipto, este vegetal era apenas una humilde herbácea silvestre con hojas pequeñas y duras. Su sabor era acre y era más que una comida, un afrodisiaco y símbolo fálico. Se decía que Min, el dios de la fertilidad, representado en estatuas, relieves o pinturas con atributos exagerados, protegía los cultivos de esta planta de forma alargada, cuerpo vigoroso y con un tallo duro que al romperse dejaba un líquido blanco. De allí su etimología: su nombre científico Lactuca proviene del latín lac (lácteo o leche). En francés antiguo era laitue (lechoso). Hoy, este alimento está en millones de platos de todo el mundo. Entre los países de la Unión Europea (UE), más de la mitad de las importaciones (878.000 toneladas en 2024, según Eurostat) proceden de España.