El análisis del ADN de un esqueleto de hace 4.600 años descubre un vínculo oculto entre Egipto y Mesopotamia

Un esqueleto de 4.600 años de antigüedad descubierto en una tumba sellada de Nuwayrat (Egipto) ha revelado las primeras pruebas genéticas de la antigua migración entre Egipto y Mesopotamia.
Los científicos secuenciaron el genoma completo del hombre a partir del polvo extraído de uno de sus dientes, lo que supone un gran avance en la comprensión de los primeros movimientos humanos en el mundo antiguo.
La investigación, publicada en Nature, vincula a este individuo con un periodo crucial de la historia egipcia, en torno a la época del Reino Antiguo y la construcción de la Gran Pirámide de Guiza.
Aunque la mayor parte del ADN de este hombre está vinculado al norte de África, alrededor del 20% está relacionado genéticamente con el Creciente Fértil de Mesopotamia, una zona situada entre los ríos Tigris y Éufrates donde floreció la civilización primitiva.
Estos datos corroboran las antiguas teorías arqueológicas sobre el comercio y el intercambio cultural entre ambas regiones. Hasta ahora, las sospechas se basaban en estilos de alfarería compartidos y sistemas de escritura similares, pero ésta es la primera confirmación genética directa de la circulación de personas entre ambas regiones. Los científicos afirman que se necesitan más muestras de ADN antiguo para trazar la escala completa y la cronología de las primeras migraciones humanas en la región.
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