El gran dilema de los señores del petróleo: cómo mantener su poder en la era de la electricidad

Pasarán algunos años, pero el futuro es una partitura escrita. Y no es un texto precisamente halagüeño para quienes, durante décadas, han hecho dinero a manos llenas con el crudo y el gas. La versión ampliada de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) se niega aún a reconocerlo en sus proyecciones, que siguen apuntando a una demanda creciente por los siglos de los siglos. Pero cada vez está más sola. Ese no es, ni de lejos, el escenario previsto por otros grandes nombres sectoriales, como la Agencia Internacional de la Energía (AIE, dependiente de la OCDE). Tampoco el que vislumbra la mayoría de casas de análisis independientes. Ni el que exhala el propio cartel liderado por Arabia Saudí y Rusia en sus actos: lleva meses sumando oferta en un mercado cada vez más saturado, deprimiendo así unos precios que ya están mucho más cerca de lo que desean los grandes importadores —Europa, China, la India, Japón y Corea del Sur— que donde querría el clan de vendedores, encabezados por la propia OPEP+. Una forma de reconocer lo obvio: para quienes tienen la inmensa fortuna de tener crudo a espuertas bajo sus pies, lo más sabio es vender hoy la mayor cantidad posible. Antes de que, electrificación mediante, sea demasiado tarde.
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