La IA desafía a los calígrafos con firmas falsas casi perfectas
Hace unos meses, el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales obligó a un órgano de contratación a reevaluar una oferta firmada con un “garabato”. El tribunal planteó sus dudas sobre el “grafismo ilegible” de la firma, estampada en un contrato de más de 120.000 euros. Este es solo un ejemplo de los riesgos de la gestión documental que inundan los archivos de la Administración y que mueven ingentes cantidades de dinero. La labor de los peritos, crucial para desenmascarar a los tramposos, tiene ante sí el reto de cazar los fakes casi perfectos de la inteligencia artificial (IA).
La honradez del perito
El abogado Mateo Juan recuerda un conflicto en el que un potencial cliente negaba haber firmado un documento de reconocimiento de deuda. El éxito del caso dependía de la autenticidad de la rúbrica. Sin embargo, el letrado contrató un perito que confirmó sus sospechas: “El dictamen determinó que las declaraciones manuscritas del documento y la firma habían sido realmente emitidas por mi cliente, en contra de lo que él perjuraba”. Finalmente, el susodicho confesó haber firmado el documento con un garabato para defender a posteriori que esa no era su firma. El perito hizo un trabajo impecable y evitó un mal mayor.
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