La segunda vida de la energía nuclear: por qué el átomo se ha vuelto a poner de moda
Unas 1.500 personas viven en la aldea de Ülken, en Kazajistán, un lugar árido a orillas del lago Baljash al que a poca gente se le ocurriría ir en viaje de placer. Dado que el país es líder en la producción de uranio, en 1997 decidió construir allí una central nuclear, pero las protestas locales y ambientales arruinaron el plan. En 2024 el Gobierno impulsó un referéndum para volver a construir centrales —Kazajistán no tiene capacidad de generación desde 1999—, y la respuesta afirmativa a la consulta ha forzado el segundo intento: quiera o no, Ülken tendrá su planta.
El caso italiano: Meloni y la factura de la luz
Italia decidió cerrar sus centrales nucleares en 1987. Un año después del desastre de Chernóbil, gracias a un fuerte movimiento antinuclear, se celebró un referéndum en el que el 80% de los electores se posicionó en contra de continuar con el programa nuclear en el país. En ese momento se inició el cierre progresivo de las centrales, hasta que en 1990 se clausuraron las dos últimas que quedaban activas.
Ahora, el Gobierno italiano liderado por la ultraderechista Giorgia Meloni se está planteando la vuelta a la energía nuclear para garantizar su autonomía energética. El país transalpino depende en gran medida de combustibles fósiles, principalmente extranjeros, como el gas, lo que aumenta considerablemente el precio de las facturas, también de electricidad. Tanto es así que Meloni ha reconocido que el principal desafío económico del país es abaratar los costes energéticos.
El Ejecutivo italiano aprobó el pasado febrero un proyecto de ley con el objetivo de sentar las bases para volver a producir energía nuclear después de más de 30 años. Meloni ha propuesto construir pequeños reactores nucleares modulares (SMR, Small Modular Reactors) para descarbonizar industrias pesadas. La primera ministra defiende que gracias a ellos el país obtendría energía “segura, limpia y a bajo coste”. El Gobierno está barajando que los minirreactores de nueva generación estén operativos en torno al año 2030 y poner en marcha un programa nacional nuclear para alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. La finalidad es que para ese año la energía nuclear alcance entre el 11% y el 22% del mix energético italiano, lo que permitiría ahorrar en torno a 17.000 millones de euros en el proceso de descarbonización. El Ejecutivo cuenta con que el Parlamento apruebe su proyecto de ley antes del final de este año. Por el momento no se conocen muchos más detalles, que aún están por perfilar, pero numerosas asociaciones ambientalistas han mostrado su oposición a los planes de Meloni. Distintas encuestas encargadas por organizaciones medioambientales señalan que el 75% de los ciudadanos piensa que la energía nuclear no es una solución válida ni viable hoy en día, porque consideran que es demasiado peligrosa o costosa. / L. P.
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