Carburante sucio: así se vende a países africanos la gasolina de peor calidad prohibida en Europa
Son las siete de la tarde en Lagos, Nigeria. El sol se ha puesto y muchos de los cinco millones de coches de la ciudad están en marcha, llenando las calles de humo. Poco después, la red eléctrica nacional se corta: es el turno de millones de generadores diésel. La niebla tóxica se hace más densa. Otonye Iworima, exatleta profesional de triple salto, quiere cerrar la ventana para respirar mejor, pero fuera la temperatura supera los 30 grados. “Hay muchos gases de escape, puede ser terrible”, dice la exatleta, que ahora colabora en una campaña para un aire limpio. Las reacciones alérgicas a la contaminación pueden desencadenar infecciones de garganta recurrentes y ataques de neumonía. Varios familiares suyos sufren o han muerto por enfermedades vinculadas a las “partículas en suspensión”, una mezcla letal de hollín y azufre producida por la quema de combustible. Ella logró su medalla de plata en los Juegos de la Commonwealth de 2006 porque decidió entrenar fuera de la ciudad.
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