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Zassoulskaya: "Quise jugar los Juegos de Atlanta con España"

• Oct 9, 2023, 7:06 AM
8 min de lecture

Natalia Zassoulskaya (Kaunas, 1969), está considerada una de las cinco mejores jugadoras en la historia del baloncesto soviético y pasó gran parte de su carrera en España entre el Dorna Godella (1991-96) y el Pool Getafe (1996-98). Y no sólo guarda un gran recuerdo de nuestro país por las dos Euroligas que ganó en Valencia con el Dorna (1992 y 1993), en 1992 se colgó el oro olímpico en Barcelona 92 con el Equipo Unificado. Fue oro en tres Europeos (1987, 1989 y 1991), plata en el Mundial de 1998 (con Rusia) y bronce olímpico en Seúl 88. Ahora, ingresa en el Hall of Fame del baloncesto español en el señalado año, además, del centenario de la Federación.

Está desde 2010 en el Hall of Fame de la FIBA ¿Qué se siente cuando después de mucho tiempo retirada se acuerdan de usted para entrar en el de la FEB?

De verdad que no me lo esperaba para nada. No me gustan estas celebraciones pero fue una sorpresa muy agradable.

Al concretar esta entrevista me dijo que si teníamos que hablar de toda su carrera, sería larga...

Sí, tengo muchos recuerdos de mi carrera aunque se repiten. Pero claro, mi vida ya es larga, ya tengo 54 años, tengo bastante para contar.

Empecemos por el principio. ¿Cómo empieza una niña de la antigua URSS a jugar al baloncesto?

Mi entrenadora vino a mi colegio buscando niñas altas, deportistas... Y me eligió a mí. Llamó a mi madre y ella me convenció. A mí me gustaba el baile y otras cosas. Más que me convenció, me obligó, puso mano dura y me obligó a jugar al baloncesto. A mí al principio no me gustaba nada. Yo tendría nueve años, no era muy alta pero sí muy delgadita y muy rápida, le ganaba a los chicos en todos los juegos que hacíamos. Y en ese momento empecé a recibir clases de baloncesto.

Se decía que en la URSS los deportistas no eran profesionales...

Sí que éramos profesionales. Mi primer contrato lo firmé con 15 años y ya ganaba dinero en el Spartak Leningrado.

Llega a España muy joven, con 22 años, justo cuando la URSS se empieza a desmembrar en diferentes repúblicas. Supongo que eso tuvo mucho que ver.

Sí, bastante. A mí me vendió mi entrenador, Gomelsky. Mi historia estaba ligada a España. Debuté con la selección de la URSS en el 87, en Cádiz; después jugué el campeonato del mundo Junior en Bilbao, en el 89. Jugué mi primera Final Four de la Copa de Europa en Barcelona, en el 91. Y en el 92, los Juegos, en Barcelona, donde logramos el oro. Yo tenía tres ofertas para decidir: Francia, Italia y España. A mí me encantaba España y creo que para mí era mejor. Además, Gomelsky sabía que en Godella tendría de entrenador a Miki Vukovic y, aunque no se llevaban bien, era bueno para mí. Eran de la misma escuela... Además, me pagaban más aquí (ríe)... Y a él imagino que también, porque aunque no era mi agente, fue el que negoció.

Y nada más llegar, siete Ligas consecutivas y dos Copas de Europa con Godella, un equipo de un país en el que el baloncesto femenino nunca había ganado nada...

Sí, cuando jugábamos contra España siempre le ganábamos de cincuenta. En aquella época el baloncesto femenino no estaba al nivel actual.

¿Encontró en Valencia su segunda casa?

Sí, me encantaba España. Para mí era el país más cercano, por la gente. Se parecen mucho a los rusos aunque al principio parecemos secos y fríos. Ahora vivo aquí. Vine antes de la pandemia y ya me quedé, también por la guerra.

¿Cuánto tuvo que ver Miki Vukovic en su adaptación?

Miki no era sólo mi entrenador. Me daba muchos consejos de la vida muy importantes. Él tenía unos principios que pocos tienen. Me daba consejos para saber dar la cara. Y además era muy hombre. Nunca te dejaba pagar, era la persona más generosa que he visto en mi vida.

¿Qué recuerda de esa primera Copa de Europa en Bari?

Recuerdo que no jugué muy bien. Yo siempre en marzo o en abril tenía un bajón, no sé por qué. Me quedaba como sin fuerza. Y no era porque me asustara por las finales. Al revés, me encantaba jugarlas, tenía mucho carácter. Cuando pasaba abril, ya empezaba a coger otra vez el ritmo.

Fíjese la repercusión que tenía el baloncesto femenino por aquellos tiempos que TVE no retransmitió el partido en directo sino un resumen en diferido...

No recuerdo. Entonces no me daba cuenta de esas cosas, no me importaba. Tampoco me interesaba mi estadística. Ahora está todo el mundo con los puntos que ha metido, los rebotes... A mí me daba igual.

Para una deportista que desarrolló su carrera en los años noventa fundamentalmente, ¿qué piensa cuando ve las reivindicaciones de la mujer deportista? Por ejemplo con la Selección de fútbol femenino.

A mí me alegra mucho esto. Las mujeres somos iguales que los hombres. Yo no soy feminista. Hay algunas cosas que no me gustan pero las mujeres tenemos derecho a tener nuestro poder y jugar a lo que nos dé la gana.

Volvamos a su época. Usted jugó con tres selecciones distintas (URSS, CEI y Rusia) y ninguna era la de su país de nacimiento (Lituania).

Bueno, URSS es mi país. Yo nací en Kaunas porque mi madre trabajaba en la televisión de allí y Lituania era la URSS. Pero mi padre es ruso y mi madre bielorrusa.

¿Qué recuerda de Barcelona 92 cuando ganó el oro con un equipo que se llamó CEI?

Cuando subes al pódium es como volar. Es una cosa única. Sólo pensábamos en el deporte pese que nuestro país se estaba separando en repúblicas. Lo único que tenía miedo era de no volver a mi país, ahora no tengo. Yo era una niña de la Unión Soviética. No sabíamos lo que pasaba en el mundo, teníamos mentes cerradas. Por eso, actuábamos como robots: a entrenar, a jugar, a los Juegos... Cuando eres tan joven no piensas en política, en cosas más profundas. Ahora me duele mucho más.

Usted tiene la nacionalidad española. ¿Pudo haber jugado también para España en alguna ocasión?

A mí me dieron la nacionalidad española en el 93. Y querían que jugara para España en Atlanta 96. No fue posible porque había una ley por la que si habías jugado un partido contra selección ya no podías cambiar.

¿Le habría hecho ilusión jugar con España?

Sí, le cuento. Mi país (URSS) desapareció. Y en la nueva Federación Rusa entró de seleccionador Anatoli Mishkin. Era una persona que no me gustaba nada. No éramos compatibles. Yo no me quejaba de los entrenadores pero es que él no me gustaba como persona. El caso es que no me llamó para el Europeo del 93 con Rusia y pensé ¿por qué no España? Claro que sí, yo quise jugar los Juegos Olímpicos con España. Yo quería a España, ya había conocido a mi marido (español), había formado familia en España. Es mi segundo país.

En 2006 fue nombrada miembro del mejor quinteto ruso del siglo XX. Palabras mayores...

Sí, estaba en el quinteto con Semenova. Yo jugué contra ella, aunque es mayor que yo. Tenía 15 años, en el campeonato de la Unión Soviética. Ella después fue a España también, a Tintoretto.

Fue elegida en el draft de la WNBA por los Houston Cormets. ¿Nunca le tentaron con probar en la WNBA?

Me llamaron varias veces para ir pero no pude ir por mi madre. Entonces no me hacía ilusión porque yo tenía muchos problemas con mi madre que estaba muy enferma. Pasé años muy difíciles. Pero ahora sí pienso: "Tenía que haber ido".