Crónica de un Mundial anunciado
La Fórmula 1 está acostumbrada a las dictaduras. No como forma de gobierno, o no solo, sobre todo como manera de entender un deporte que se rige por el binomio piloto-coche, y en el que normalmente el mejor piloto está al volante del mejor coche. McLaren, Senna y Prost en los años 80; los Williams de mediados de los 90; Ferrari y Schumacher en los 2000; más el Red Bull de Vettel y el Mercedes de Hamilton en la década pasada. La excepción con Verstappen y los últimos tres Red Bull es curiosa: las temporadas no han sido aburridas. En 2021 ganó su primera corona en la última vuelta de la última carrera frente al siete veces campeón con las mejores estadísticas de siempre; y en 2022 debió remontar un inicio espectacular de Leclerc y Ferrari. Incluso 2023, con diez victorias consecutivas para él y catorce de dieciséis hasta ahora, ha tenido momentos brillantes y emocionantes. El RB19 es parte indispensable, no cabe duda, pero el piloto está un escalón por encima de todos y lo recuerda cada vez que sale a la pista.
Verstappen ganó tan rápido su tercer Mundial que ni siquiera debió esperar al domingo, lo hizo el sábado, y ni siquiera debió ganar la carrera en la coronación. Acabó segundo en el esprint de Qatar, detrás de Piastri, si bien podría haberse bajado en marcha a celebrarlo (coincidiendo con el accidente de Pérez). Le sobraron los siete puntos, como le ha sobrado media temporada: en un 2023 de diez sobre diez, el neerlandés entra en el más absoluto Olimpo de la Fórmula 1 y se emparenta con Senna, Piquet, Lauda, Stewart y Brabham.
Por delante, solo Prost (4), Vettel (4), Fangio (5), Hamilton (7) y Schumacher (7). Aunque los números no lo son todo y no sirven para el dominio del piloto total, Max, al volante del coche más extremo, el Red Bull de Newey y compañía: delante desde cualquier viernes por la mañana, sin errores, con lluvia y en seco, desde la pole o en el tren de la bruja, contra Ferrari o contra Mercedes, contra Alonso o frente a Hamilton. Siempre delante. Lo celebra con una medalla temporal de segundo clasificado que no hace justicia a su temporada, aunque en Losail se redimió desde la pole. El neerlandés ganó el domingo en Qatar y su peor rival fueron las condiciones a las que los pilotos se enfrentaron durante la carrera, las más duras que recuerdan todos los particpantes.
Verstappen gana su tercer título con 26 años recién cumplidos, quedaban aún seis carreras por disputarse en el momento de la 'coronación' (posteriormente ganó también en Qatar). Es absoluto e incuestionable. El neerlandés ha ganado en 2023 todas las carreras que ha corrido excepto Arabia Saudí (con una avería en el palier que le lastró en clasificación), Azerbaiyán (Russell le encerró y se tocó contra el muro) y Singapur (un verdadero poltergeist para Red Bull); y ha cedido también en el esprint de Bakú, una cita menor en un urbano. Todo lo demás, a una vuelta y en distancia larga, ha sido para él. El duelo contra su compañero nunca existió. Se emparenta en los libros de historia con los tres títulos de algunos de los pilotos más icónicos. Entre ellos su suegro, Piquet. Leyendas entre las leyendas, lo que es este genio neerlandés moldeado por la exigencia de su padre Jos para ganar sin hacer prisioneros. No será el último.