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De Sídney a la gloria

• Dec 9, 2023, 5:36 PM
6 min de lecture

El 20 de agosto de 2023 se escribió otra página de la historia del fútbol español. España se proclamó campeona del mundo, Esta vez, esas líneas fueron escritas con puño y letra por las jugadoras españolas. Por las 23 campeonas. La Selección conquistó el Mundial femenino. En su tercera participación en un torneo de tal índole (la primera fue en Canadá 2015 y la segunda en Francia 2019), lograron alzar la copa. Un éxito rotundo de esas niñas que soñaban con ser futbolistas y que lograron colocar a España en lo más alto. Levantaron a un país entero y lo sacaron a la calle.

La sorpresa fue mayúscula. Aunque se partió rumbo a las Antípodas con una Balón de Oro como Alexia Putellas, el equipo español no entraba en las quinielas de favoritas. Ni era candidata ni era potencia. Los datos hablaban: nunca habían logrado pasar una eliminatoria. En Francia 2019 las apeó Estados Unidos en octavos. En la Euro, un año antes, fue Inglaterra en cuartos. La suerte nunca estaba de su lado. Pero estas jugadoras tenían algo más valioso: ganas y talento. Así lo fueron demostrando en una fase de clasificación impoluta. Desde que comenzó a rodar el balón en el Mundial, ya ninguna gran potencia las pudo parar.

Con la solvencia defensiva de Irene Paredes, los laterales cubiertos de manera sensacional por Ona y Olga, y las jugonas del centro del campo: Aitana, Tere, Alexia, incluso Jenni… La veterana delantera sabía que era su momento, su última oportunidad en un Mundial, y se salió. Tiene calidad a raudales la goleadora de Pachuca. En la delantera España demostró ser más vertical que nunca con Mariona, Salma, Esther, Alba y Athenea haciendo lo que querían. Pero lo mejor no fue una por una, fueron las 23. Todas. Cada una sumando cuando le daban su oportunidad. Como un equipo. “Tenemos 23 Balones de Oro”, no dejó de repetir el entonces seleccionador Jorge Vilda durante el Mundial elogiando a sus internacionales. Creía en ellas.

Así, lograron sobreponerse después del batacazo ante Japón, aunque por suerte España ya había cerrado la fase de grupos. “Nos pegaron un buen palo, pero me gustó mucho la mentalidad del equipo. Estábamos muy fastidiadas, pero en las comidas y cenas se hablaba en positivo. Nos decíamos que con eso no valía, que había que dar un plus más. Y así fue. Creíamos en nosotras, que podíamos ganar el Mundial”, reconoció Ivana.

Hay que mirar el pasado para darle la importancia y el reconocimiento que se merece a este hito. Hace una década se veía casi mal en España que una niña quisiera jugar al fútbol. No tenían medios, no había equipos ni estructuras. Incluso cuando comenzaron a aparecer como Selección, las futbolistas no eran profesionales. La mayoría además trabajaba o estudiaba, y el fútbol era una pasión. “España siempre ha sido un país de fútbol, pero se nos hacía sentir que no era nuestro lugar. Muchas hemos crecido pensando que no era nuestro lugar, poco a poco nos han dado las condiciones. Se está dando un cambio, la gente nos apoya, eso ya es historia”, declaró Paredes emocionada antes de disputar su primera final con la Selección.

Crecimiento

En un país como España, en el que el deporte rey es el fútbol, sonaba raro eso. En cuanto llegó la apuesta, vinieron los resultados. La Roja no dejó de aparecer en los torneos UEFA y FIFA desde 2013 y las inferiores empezaron a ganarlo todo: Europeos, Mundiales… Eran la gran potencia. Algo hacia prever que las nuevas generaciones venían fuertes. Así fue. Algunas de esas niñas ya viajaron a Nueva Zelanda como referentes.

Tras un año convulso, se dejaron a un lado todas las crisis entre staff e internacionales. El objetivo era común: hacer historia. Sabían que se podía. Esta vez el mensaje era uno. “Queremos lograr algo grande, venimos aquí para ganar el Mundial”, repetían las 23 españolas en cada rueda de prensa, en cada entrevista. El lema caló, al equipo ya nunca le temblaron las piernas desde los octavos. Logró golear a Suiza (1-5) al ritmo de Aitana en el Eden Park de Auckland en ese cruce.

Ante Países Bajos sufrió más, y tuvo que ser en la prórroga tras un pase de Jenni a Salma cuando la joven zaragozana puso a España en las semifinales. Luego llegó Suecia, de nuevo con sufrimiento e intriga hasta que Olga Carmona lo decantó todo a favor de La Roja en el último minuto. Histórico, España estaba en la final del Mundial. Era el éxito de estas 23 y de todas las niñas de un país. El esfuerzo estaba siendo recompensado.

El equipo español tomó el avión a Australia tras un mes de aventuras en Nueva Zelanda. Les aguardaba lo mejor. Les esperaba Inglaterra, actual campeona continental. Las que hace un año las habían apeado de la Euro. Se habló de revancha, pero para La Roja era más que eso. Había mucho sacrificio detrás, sueños por cumplir. Con esa pasión dejaron atrás la inexperiencia y los nervios para en el 29’ batir a las inglesas. Ante más de 80.000 espectadores en el Olímpico de Sídney, un zurdazo con el corazón de Olga Carmona hizo a España tocar la gloria jamás imaginada, ganar un Mundial.

En las calles de Mollet, Sant Pere, Sevilla Este, Solares, Legazpi, Carabanchel, Pontevedra o Mallorca se forjaron las mejores futbolistas del planeta. Las que rompieron la historia para siempre y se colgaron la estrella en el pecho. Las nuevas referentes. Las campeonas del mundo. Sólo había que dejarlas jugar…