El primer ministro húngaro dice que Europa corre el riesgo de quedar "marginada" si se producen conversaciones entre Trump y Putin

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, afirmó el viernes que Europa corre el riesgo de quedar "marginada" si se celebra una cumbre entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el presidente ruso, Vladímir Putin, para debatir el fin de la guerra en Ucrania.
En declaraciones a la radiotelevisión estatal húngara, Orbán dijo que "si la cumbre ruso-estadounidense se celebra, es bueno, porque por fin puede haber paz. Pero los europeos quedaremos al margen, seremos marginados en la gestión de las cuestiones de seguridad de nuestro propio continente".
Orbán añadió que "lo antes posible", ya sea antes o después de la posible reunión entre Rusia y Estados Unidos, debería celebrarse una cumbre ruso-europea sobre la guerra. Orbán, un duro crítico de la Unión Europea, sugirió que dicha reunión no debería estar dirigida por líderes de las instituciones europeas. "Sus conocimientos serían escasos en Moscú", dijo.
En su lugar, Orbán dijo que el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller alemán Friedrich Merz deberían "negociar en nombre de Europa". Orbán es ampliamente considerado como el socio más cercano de Putin en la UE y ha mantenido relaciones amistosas con el Kremlin incluso después de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022.
"En mi opinión, si Europa quiere tomar las decisiones sobre su futuro en sus propias manos, no puede quedarse sentada en casa como un niño pequeño enfadado, hablando mal del presidente ruso", dijo Orbán. Mientras que la mayoría de los países de la UE han ofrecido apoyo político, financiero y militar a Kiev, Hungría ha trazado un rumbo totalmente distinto, negándose a suministrar armas a Ucrania o a permitir su tránsito por territorio húngaro, exigiendo el alivio de las sanciones y el acercamiento a Rusia.
Bruselas lleva mucho tiempo en desacuerdo con Budapest por su percepción de retroceso democrático. La UE retiene actualmente unos 9.500 millones de euros en fondos de recuperación COVID-19 y 8.400 millones de euros en fondos de cohesión por esas preocupaciones. A lo largo de los años, Bruselas y Budapest se han enfrentado en varios asuntos, el más reciente la invasión a gran escala de Ucrania por Rusia, pero la situación ha empeorado con la cuestión financiera.
En marzo, Orbán prometió librar a su país de quienes, según él, trabajan para los intereses de potencias extranjeras, afirmando que su Gobierno de derechas eliminará un "ejército en la sombra" mundial al servicio de la Unión Europea y de un "imperio liberal estadounidense".
El líder húngaro, en el poder desde 2010, ha acelerado sus esfuerzos de larga data para reprimir a los críticos, como los medios de comunicación, los derechos civiles y los grupos anticorrupción, que según él han socavado la soberanía de Hungría al recibir ayuda financiera de donantes internacionales.
Orbán, aliado de Trump, ha aplaudido las medidas de la Administración estadounidense para desmantelar la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, alegando, sin pruebas, que se utilizaba para financiar causas liberales en Hungría destinadas a derrocar a su Gobierno.
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