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Los europeos pagan un tercio más por llenar la cesta de la compra que en 2019

• Sep 27, 2025, 10:02 AM
9 min de lecture
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Mientras la inflación general en la eurozona ha descendido drásticamente desde su pico del 10,6% en octubre de 2022 hasta el 2,0% actual, los precios de los alimentos cuentan una historia diferente. La inflación alimentaria alcanzó máximos superiores al 15% y ha tardado mucho más en normalizarse, manteniéndose actualmente en el 3,2% según los últimos datos de agosto de 2025.

Esta divergencia no es solo estadística: tiene un impacto real en la vida cotidiana. Una de cada tres personas se preocupa por poder permitirse la comida que desea comprar, y esta sensación de empobrecimiento al ir al supermercado está justificada por los números. Productos básicos como la carne han subido más del 30%, la leche un 40% y la mantequilla un 50% respecto a los niveles prepandemia.

Variación porcentual de precios desde 2019 de distintos alimentos
Variación porcentual de precios desde 2019 de distintos alimentos Eurostat con cálculos del BCE

Las diferencias entre países de la eurozona son notables, con aumentos que van desde el 20% en Chipre hasta el 57% en Estonia. Los Estados bálticos han sido especialmente afectados por el encarecimiento de la energía y los fertilizantes derivado del conflicto en Ucrania. España está en la media con un 34% de inflación alimentaria desde 2019.

Factores estructurales detrás del encarecimiento

El alza de precios no responde únicamente a choques temporales. Varios factores estructurales están contribuyendo a mantener los precios alimentarios elevados de forma persistente.

En el ámbito global, el crecimiento de los ingresos en mercados emergentes ha aumentado la demanda de productos agrícolas, ejerciendo presión al alza sobre los precios mundiales.

Inflación alimentaria en la UE desde 2019
Inflación alimentaria en la UE desde 2019 Eurostat con cálculos del BCE (datos hasta agosto 2025)

Además, el cambio climático se está convirtiendo en un factor cada vez más relevante: las sequías prolongadas en el sur de España en 2022 y 2023 dispararon los precios del aceite de oliva, mientras que el clima adverso en países exportadores clave como Ghana y Costa de Marfil hizo lo propio con el café y el cacao.

A nivel doméstico, el crecimiento de la productividad en la agricultura tiende a ir rezagado respecto a otros sectores, lo que contribuye a un aumento estructural de los costes. Los analistas del BCE advierten que distinguir entre factores cíclicos y estructurales de la inflación alimentaria se está volviendo cada vez más difícil.

Los hogares con menos recursos son los más afectados

Los precios de los alimentos no son solo una preocupación social, sino un elemento clave para la política monetaria europea por tres razones fundamentales. En primer lugar, los alimentos representan aproximadamente el 20% de la cesta de consumo del HICP (Índice Armonizado de Precios de Consumo), más del doble que la energía. Además, como los consumidores compran alimentos diariamente, perciben rápidamente cualquier cambio de precios, lo que hace que la inflación alimentaria influya desproporcionadamente en las expectativas de inflación general.

Evolución de la inflación y los precios de la comida con un grave repunte desde 2019
Evolución de la inflación y los precios de la comida con un grave repunte desde 2019 Eurostat con cálculos del BCE

En segundo lugar, existe un impacto distributivo significativo. Los hogares de menores ingresos dedican una mayor proporción de sus recursos a bienes esenciales como alimentos, energía y vivienda. Cuando estos precios suben, experimentan tasas de inflación efectiva más altas que sus vecinos más pudientes, viéndose obligados a recortar más gastos para equilibrar sus presupuestos.

Finalmente, las tendencias en los precios relativos ofrecen información valiosa sobre la persistencia de los choques y ayudan a entender la influencia de fuerzas a largo plazo sobre la inflación. Esta comprensión resulta crucial para el BCE en su evaluación estratégica de la política monetaria y en el mantenimiento de la estabilidad de precios en la eurozona.