La CEOE alerta: los nuevos impuestos verdes impactan en la competitividad empresarial


En la última década, España ha intensificado su apuesta por una transición ecológica a través de la fiscalidad verde. Más allá de su indudable función recaudatoria, los nuevos impuestos medioambientales buscan alterar conductas, orientar la producción y el consumo hacia modelos sostenibles y cumplir con los compromisos adquiridos a nivel europeo y global. Sin embargo, su despliegue tiene efectos significativos e ineludibles sobre la estructura de costes, la innovación y, especialmente, la competitividad del tejido empresarial español.
El cambio verde
Pacto europeo. Los nuevos tributos ambientales responden a exigencias derivadas del Pacto Verde Europeo y compromisos internacionales. España sigue aún lejos de la media europea en recaudación por impuestos ambientales (1.5% del PIB en 2022, frente a una media de 2.4% en la UE).
Sectores emergentes. Empresas innovadoras y sectores emergentes, como energías renovables, movilidad eléctrica o consultoría medioambiental, ven crecer su negocio en entornos fiscales estrictos según estudios de mercado. La fiscalidad ambiental fomenta la inversión en tecnologías limpias y la eficiencia energética, elementos cruciales para reforzar a medio y largo plazo la competitividad española.
Popularidad. La aceptación social de la fiscalidad verde es alta: según el último Estudio sobre Consumo Sostenible en España, el 74% de los españoles apoya regímenes fiscales que bonifiquen a empresas responsables y penalicen a las que incumplen estándares ambientales. Por otra parte, cae la confianza en los sellos de sostenibilidad, ocho puntos menos que en 2019, cuando comenzó este estudio.
Expertos. El Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF-CGE) considera fundamental que estos tributos tengan una finalidad clara, una base imponible bien definida y que se eviten figuras de baja recaudación y alto coste administrativo.
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