Las claves: Bruselas comprueba que resolver el sudoku de los aranceles no es nada sencillo

Aplicar aranceles no es nada sencillo, aunque la soltura con la que lo hace Donald Trump pueda hacer pensar lo contrario. Imponerlos a un sector beneficia a la industria local de ese ámbito, pero perjudica a terceros. Lo está comprobando la Comisión Europea, que quiere un arancel para el acero del 50% (a partir de cierta cuota de importación), en vez del 25% actual. Los fabricantes de automóviles han salido en tromba para recordar el perjuicio que eso les genera. La idea es proteger a la siderurgia europea de la sobrecapacidad china, que, por otro lado, también se da en el sector del automóvil. La UE, precisamente, impuso hace un año aranceles a los vehículos eléctricos chinos, una medida que, hay que señalar, recibió críticas de algunas marcas del Viejo Continente (el arancel del acero sí era una demanda de la industria). Todo este sudoku se da en paralelo a los aranceles de la Casa Blanca y a la amenaza de esta de romper el acuerdo comercial si la UE sigue aplicando sus normas ambientales a las empresas de EE UU. Es contradictorio, en todo caso, que Bruselas criticara las tarifas de Trump por inflacionarias, mientras sigue su método, aunque sea de forma mucho más específica.
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