¿Se atreverá Murtra a reducir el dividendo a Fainé en el plan estratégico de Telefónica?
“En tiempos de incertidumbre, invertir en las personas, fomentar la confianza, y actuar con propósito, son esenciales para un futuro no solo económicamente viable, sino también socialmente justo”. Así se expresaba hace apenas unos días Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, durante la asamblea general y el consejo social y filantrópico del Instituto Mundial de Cajas de Ahorro y Bancos Minoristas (WSBI), celebrados en Washington en paralelo a las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI). De extracción humilde, no parece extraño que, en este punto de su vasta y exitosa trayectoria profesional, el ejecutivo catalán, que empezó su vida laboral a los 13 años en un taller de Manresa, tenga el legado social como principal motor existencial. Como él mismo ha dicho en privado, en la santísima trinidad que conforma el imperio Caixa, Criteria es clave como brazo inversor y sería el remedo del padre; CaixaBank haría las veces del hijo, el más querido, el pilar sobre el que se asientan las finanzas, y la Fundación se identifica con el espíritu santo, el corazón y la esencia del proyecto, su fin último.
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