Cuando ya todo da igual
Hubo una época en que agosto era un mes para desconectar de las preocupaciones cotidianas del resto del año. Y así, luego, en septiembre, tocaba el síndrome postvacacional al reencontrarnos con la dureza de una vida construida a partir del castigo bíblico en forma de trabajo. Ahora, ese es un lujo que nuestros políticos populistas no nos pueden dejar que disfrutemos, no sea cosa que descubramos que se puede vivir, y mucho mejor, sin el ruido y la tensión continua del insulto, la descalificación, el autobombo y el fanatismo que definen eso que Dan Ariely (La espiral de la razón, Ariel) ha denominado “las creencias infundadas o irracionales” que, agitadas desde las redes sociales, configuran nuestro escenario vital el resto del año. Lo importante no es lo que haces, sino lo que cuentas. Porque cada uno escuchará sólo aquello que refuerce sus pre-juicios, sin que la contrastación, el chequeo con la realidad, los hechos o los datos modifiquen un ápice sus creencias.
Today