Las drogas psicodélicas podrían revolucionar la psiquiatría, pero los expertos piden cautela

Los psicodélicos podrían convertirse en una herramienta útil para tratar enfermedades mentales en el futuro, pero la evidencia científica actual todavía no es lo suficientemente robusta como para ofrecerlos de manera rutinaria a los pacientes. Así lo advierte un nuevo informe elaborado por el Real Colegio de Psiquiatras del Reino Unido.
Tras décadas de prohibiciones, en los últimos años ha resurgido el interés científico por sustancias como la MDMA, la ketamina, el LSD y la psilocibina (el compuesto alucinógeno presente en los llamados hongos mágicos). Actualmente, se desarrollan ensayos clínicos de última fase en Reino Unido, Europa y Estados Unidos para probar su eficacia en distintos trastornos.
Estas sustancias parecen actuar modificando procesos cerebrales y la percepción que las personas tienen de sí mismas y de sus experiencias. En los estudios, el tratamiento suele combinarse con sesiones de psicoterapia. El informe señala que los psicodélicos podrían ser usados en casos de ansiedad, depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y adicciones. Sin embargo, recalca que todavía no existen pruebas de alta calidad que respalden su uso generalizado en psiquiatría.
"Estamos cautelosamente entusiasmados", declaró Oliver Howes, coautor del informe y presidente del comité de psicofarmacología del Colegio. "Hay una gran actividad investigadora y los ensayos son prometedores, pero también existe una enorme complejidad. Por eso, pedimos sobriedad científica y cautela".
Los resultados no son 100% fiables
Uno de los principales obstáculos es el llamado 'efecto de cegamiento' en los ensayos clínicos: los participantes deberían ignorar si reciben una sustancia real o un placebo, pero con los psicodélicos es fácil distinguirlo, lo que aumenta el riesgo de efectos placebo y complica la fiabilidad de los resultados. Además, muchos hallazgos son difíciles de reproducir.
El equipo de expertos pide más investigación sobre la seguridad, eficacia y efectos a largo plazo de estas drogas, así como la creación de una base de datos centralizada para seguir su impacto. Algunas respuestas podrían llegar pronto. El año pasado comenzó el primer ensayo financiado por la Unión Europea para evaluar si la psilocibina puede aliviar la ansiedad y depresión en pacientes con esclerosis múltiple y otras enfermedades progresivas.
Mientras tanto, algunos países avanzan en su regulación. Alemania ha abierto programas de uso compasivo que permiten el acceso en casos excepcionales, y a partir de 2026, la República Checa legalizará la psilocibina para tratar la depresión. Aun así, los expertos no esperan una aprobación generalizada en Europa en los próximos años.
Howes insistió en que la automedicación con psicodélicos es peligrosa y desaconsejada: "Estas sustancias solo deben administrarse en el marco de un equipo multidisciplinar dirigido por psiquiatras", subrayó.
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