Disney trae de regreso a Kimmel echando un pulso a Trump: ¿Qué coste tiene para la empresa?

Dar marcha atrás en una decisión puede ser incómodo. Sobre todo si se trata de una empresa multimillonaria, inmersa en una tormenta política en la que los inversores analizan cada palabra.
Este es el aprieto en el que se encuentra Disney esta semana, después de anular la suspensión del programa Jimmy Kimmel Live!, uno de los programas de entrevistas más conocidos de Estados Unidos.
"Hemos pasado los últimos días manteniendo conversaciones meditadas con Jimmy y, tras ellas, hemos llegado a la decisión de que el programa vuelva el martes", ha declarado la empresa.
Disney, propietaria de la cadena 'ABC' que emite el programa de Kimmel, suspendió al presentador la semana pasada después de que hiciera bromas en antena sobre el asesinato del conservador Charlie Kirk.
Libertad de expresión y el desplome de las acciones de Disney
La decisión se produjo, en particular, tras las amenazas del Gobierno federal, lo que suscitó preocupaciones sobre la libertad de expresión. El presidente Donald Trump celebró la suspensión del programa.
"Felicidades a 'ABC' por tener finalmente el coraje de hacer lo que había que hacer. Kimmel tiene cero talento, y peores ratings que incluso Colbert, si eso es posible", publicó el mandatario en su plataforma Truth Social.
Sin embargo, a pesar de las celebraciones de algunos sectores, el despido provocó la ira de otros. El precio de las acciones de Disney se desplomó tras el anuncio, afectando a la valoración de la empresa. La decisión fue condenada por algunos sindicatos, así como por varios políticos y estrellas de Hollywood.
"No se puede ir por ahí despidiendo a alguien porque se tiene miedo o porque se intenta hacer la pelota a una administración autoritaria y criminal en el Despacho Oval", afirmó el expresentador David Letterman.
Pero, dejando a un lado la preocupación moral, ¿ha tomado Disney una decisión empresarial inteligente al decidir el regreso de Kimmel? Aunque los inversores harán sus apuestas en Wall Street en los próximos días, Disney no es ciertamente la primera empresa que se tambalea por una decisión. 'Euronews Business' ha recopilado algunos giros de 180º de grandes empresas.
El rápido regreso de Sam Altman
En 2023, OpenAI se sumió en el caos cuando el consejero delegado y cofundador de la empresa, Sam Altman, fue destituido de su cargo por supuestamente mentir al consejo de administración de la compañía.
Los miembros acusaron a Altman de no ser "coherentemente sincero en sus comunicaciones", y añadieron que ya no confiaban en su capacidad para dirigir la empresa.
Sin embargo, el tono cambió rápidamente. Tras la marcha de Altman, muchos empleados de OpenAI amenazaron con dimitir, y el cofundador y presidente Greg Brockman abandonó la empresa. Como el fabricante de ChatGPT temía deserciones hacia Microsoft, Altman fue readmitido pocos días después de su despido, al que más tarde se unió Brockman.
A principios de 2024, una investigación independiente concluyó que la destitución de Altman fue "consecuencia de la ruptura de la relación y la pérdida de confianza" entre él y el consejo, aunque afirmó que su conducta "no exigía la destitución". A continuación, OpenAI reorganizó su consejo de administración, incorporando a más mujeres, y afirmó que introduciría "mejoras" en la estructura de gobierno de la empresa.
Las nuevas ideas no siempre funcionan
Por poner algunos ejemplos más antiguos, podemos volver a una metedura de pata de Netflix. A finales de los 90, el gigante del entretenimiento comenzó como una empresa de alquiler de DVD, aunque su servicio de streaming empezó a despegar alrededor de una década después.
Cuando Netflix se percató de este cambio en el mercado, comunicó a sus abonados en 2011 que escindiría su servicio de entrega de discos en Estados Unidos y lo renombraría como Qwikster. La empresa advirtió que los clientes que siguieran queriendo recibir DVD y Blu Ray por correo necesitarían dos cuentas distintas. Un mes más tarde, la decepción de los clientes hizo cambiar de opinión a la empresa.
"Hay una diferencia entre actuar con rapidez, algo que Netflix ha hecho muy bien durante años, y actuar con demasiada rapidez, que es lo que hemos hecho en este caso", declaró el consejero delegado Reed Hastings.
En su momento, la revista 'Rolling Stones' afirmó que Qwikster podría haber sido el "peor lanzamiento de producto desde la Nueva Coca-Cola". El error de la "Nueva Coca-Cola" -una polémica aún más antigua- también merece su propia mención de pasada.
En 1985, Coca-Cola anunció que cambiaría la fórmula de su bebida original para competir con su rival Pepsi. El sabor más dulce provocó hasta 8.000 quejas telefónicas al día, según la revista 'Time'. 79 días después de su eliminación, la receta tradicional resurgió gracias a la presión del público.
Marcas despiertas y guerras culturales
Los cambios en la estrategia de las empresas también se aprecian en los principios de diversidad, equidad e inclusión. Para consternación de los defensores de los derechos, en los últimos años muchas empresas han cambiado sus mensajes sobre la inclusión, aparentemente como respuesta a los cambios en el clima político.
Sobre todo en Estados Unidos, los grupos conservadores han aprovechado el eslogan "go woke, go broke", pidiendo a los clientes que boicoteen las marcas que promueven políticas progresistas. Algunos grupos de derechas esperan que, mediante la presión pública, las marcas reduzcan su apoyo a la igualdad de género, racial y LGBTQ+.
Empresas como Brown-Forman Corporation, creadora del whisky Jack Daniel's, así como el fabricante de motocicletas Harley-Davidson han abandonado sus compromisos con la DEI. La marca de cerveza Bud Light, que enfureció a los conservadores tras trabajar con la actriz transexual Dylan Mulvaney, también se ha alejado de los mensajes ruidosos sobre inclusividad, centrándose en cambio en una imagen de marca estadounidense más tradicional.
También contribuyen a la narrativa de la guerra cultural, impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump, las posturas de las empresas en materia de sostenibilidad.
Desde que Trump asumió el cargo con la promesa de "perforar, perforar y perforar", varias empresas han dado marcha atrás en sus compromisos medioambientales. El gigante petrolero BP, por ejemplo, dijo a principios de este año que aumentaría el gasto en petróleo y gas mientras recortaba la inversión en renovables en torno a un 70%.
Varias empresas automovilísticas también están recortando y modificando sus objetivos en materia de vehículos eléctricos, en parte debido a los problemas relacionados con la infraestructura y la demanda.
Gestionar la crisis con Kimmel
En el caso de Disney y Kimmel, "la presión de los consumidores, pero también de los sindicatos relacionados con la industria, era tan grande que no habría sido prudente mantener la decisión", dijo Joep Cornelissen, profesor de comunicación y gestión corporativa en la Escuela de Gestión de Rotterdam de la Universidad Erasmus.
Cornelen explicó a 'Euronews' que la empresa podría explicar el giro de varias maneras. "Una de ellas podría ser una historia de desarrollo del personaje, en la que reconozca que la decisión fue equivocada y demuestre que ahora defiende el principio de la libertad de expresión y la importancia de la sátira en una sociedad libre y democrática".
Y continuó: "También podrían... decir que su objetivo de desconectar el programa se había tomado pensando en el pueblo estadounidense -como un objetivo trascendente- y que, al haber pasado ya el momento crítico, es posible de nuevo que el programa vuelva a emitirse". Poco después de la campana de apertura en Wall Street, las acciones de Disney subieron alrededor de un 1% el martes.
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