De artista a soldado: un año de guerra contado a través de los cuadros de un ucraniano
Antes de la invasión rusa a gran escala en febrero de 2022, la vida de Vlad giraba en torno al arte. Pintaba por las mañanas, paseaba por Kiev a la hora de comer y acudía a exposiciones o eventos culturales por la noche. Para este artista ucraniano, 2021 fue un nuevo renacimiento cultural de la capital: Kiev rebosaba talento y energía creativa.
Pero todo cambió con el estallido de la guerra. En 2023, Vlad se alistó en las Fuerzas Aéreas de Ucrania, donde continúa sirviendo. Desde entonces, su vida se reparte entre el servicio militar y la pintura, una práctica que se ha convertido en una forma de supervivencia emocional.
A pesar de los ataques, la destrucción y el miedo constante por su vida y la de sus seres queridos, Vlad sigue pintando en su tiempo libre. "El arte me ayuda a sobrellevar la guerra y mi nuevo trabajo", explica a 'Euronews Culture', con quien ha compartido las obras abstractas que ha creado a lo largo del último año.
Enero de 2025: "Los milagros ocurren en el miedo a la muerte"
"El 2 de enero me enteré de que tenía que pasar un reconocimiento médico militar porque el 30% de los soldados habían sido transferidos de las fuerzas aéreas a las fuerzas terrestres", cuenta Vlad a 'Euronews Culture'.
"En aquel momento, la guerra duraba ya 11 años, y muchos patriotas de nuestro país habían muerto durante ese tiempo. Por eso, el mando decidió llamar a las reservas del interior".
Vlad se sentía confuso y muy asustado. "Al mismo tiempo, sin embargo, también sentí una oleada de energía, y creé el cuadro más poderoso de toda mi vida: 'Los milagros ocurren en el miedo a la muerte'", añade.
Febrero de 2025: "No me reconocía"
Los acontecimientos y un posible traslado al frente en enero dejaron a Vlad marcado. "Apenas pinté en todo enero", dice. "Cuando volvía a casa del servicio, solo quería tumbarme, dormir y despertarme en un mundo en el que hubiera vivido antes y en el que mis compañeros no fueran trasladados a la infantería".
El año anterior ya le habían recetado antidepresivos, pero el temor a un posible traslado al frente le quebró la moral. Dejó de tomar la medicación y empezó a consumir grandes cantidades de dulces y alcohol.
En dos meses había engordado más de 20 kilos. Cuando se miraba al espejo, no reconocía a quien tenía enfrente. Solo encontraba consuelo en los recuerdos de su infancia: "Pensaba en mi abuela, que había sido mi mejor amiga. Entonces vivía con ella y a menudo me mimaba con dulces y horneaba galletas y pasteles para mí".
Esta obra personifica los cálidos momentos de la infancia, cuando no había que pensar de dónde salía el dinero para los caramelos o cuándo había que correr al refugio en caso de ataque aéreo, dice el artista ucraniano.
Marzo de 2025: "Las constantes explosiones fuera de mi ventana se mezclaban con mis pesadillas"
En marzo, Vlad tenía problemas para dormir. Se despertaba por la noche con pensamientos sobre su vida y el destino de las personas cercanas a él. "Las constantes explosiones fuera de mi ventana se mezclaban con mis pesadillas".
A día de hoy, no entiende su decisión de dejar de tomar la medicación sin consultar a su médico. "Solo quería beber alcohol, aunque sabía que era peligroso", dice. En marzo empezó a asomar la primavera, el mundo empezó a florecer y volvió a ser más luminoso. Pero el mundo de Vlad se desmoronaba con enorme rapidez.
Uno de esos días, se acordó de su abuelo, que era teniente coronel de las Fuerzas Aéreas en la Unión Soviética. Cuando pensó en el destino de su abuelo, se dio cuenta de lo despiadado que era el sistema soviético: a pesar de ocupar un alto cargo en el Ejército, su abuelo fue obligado a retirarse a los 40 años por supuesta "traición". El motivo era que su hermana se había casado con un italiano y se había trasladado a Italia.
Vlad recordó los paseos con él, las paredes de la guardería pintadas con animales y los surrealistas personajes de dibujos animados en las puertas, y se dio cuenta de que quería plasmar esas mismas imágenes en su propia obra.
Abril de 2025: "La transformación del arte"
Aunque Vlad no pintó mucho en abril, pensó mucho en cómo quería organizar su trabajo en el futuro. "Hace nueve años, en la ciudad de Dnipró, decidí dedicarme exclusivamente a la pintura. Antes había trabajado con fotografía cinematográfica, así que ya estaba familiarizado con el arte", explica.
Vlad decidió crear lienzos abstractos a partir de sus recuerdos, recuerdos que seguían teniendo una base figurativa. "Así que empecé a combinar abstracción y figuración. Abril fue decisivo para la transformación de mi arte".
Mayo de 2025: "Cuando una familia se desmorona, es duro para todos los implicados"
La guerra seguía alcanzando a Vlad. En mayo, su padrastro y sus camaradas fueron atacados. "Él también es un soldado, un voluntario como yo", dice. La madre de Vlad se separó de su padre cuando él tenía 20 años. Tres años después, se volvió a casar. "Cuando una familia se separa, es duro para todos los implicados, especialmente para los niños".
Este cuadro es una alusión a la película 'Violencia y pasión', de Luchino Visconti, "en la que un anciano solitario quiere quedarse solo mientras todos a su alrededor intentan llenar su vacío y destruyen su mundo en el proceso". Vlad no está seguro de a quién representa realmente su obra: "A mi padre, a mí mismo, quizá a mi padrastro o a mi madre".
Junio de 2025: "En vacaciones te sientes libre, pero hay una guerra"
Vlad estuvo de vacaciones en junio y pudo pintar mucho. "En vacaciones te sientes completamente libre, único, exactamente como debe ser un artista: sin límites ni influencias externas", explica.
En el verano de 2025, Rusia intentó capturar rápidamente Pokrovsk, una ciudad de importancia estratégica en el este de Ucrania. "Mi región natal, Dnipropetrovsk, donde sirvo y defiendo el espacio aéreo, empieza justo al lado de la región de Donetsk. Es difícil describir mis sentimientos cuando imagino que el enemigo podría llegar a mi ciudad natal, el hogar donde viven mis seres queridos. En vacaciones te sientes libre, pero hay una guerra en marcha, así que es imposible perderse completamente en el arte".
A día de hoy, Pokrovsk sigue estando fuertemente disputada y parcialmente ocupada por los rusos. En Ucrania no se puede olvidar la guerra, seas quien seas, dice Vlad. "Hay combates en el frente, bombardeos de civiles en el interior, columnas de soldados caídos desfilan cada día por las ciudades y el dolor en los ojos de los transeúntes: así es la vida en Ucrania".
Julio de 2025: "No es una historia sobre la guerra, sino sobre la lucha con uno mismo y su propio mundo interior"
En un caluroso día de julio, Anfisa, la gata de Vlad, jugaba en el jardín persiguiendo mariposas. Aburrida, se subió al viejo nogal hasta que, de repente, apareció un cuervo negro e inició una auténtica cacería.
"Anfisa maulló lastimosamente pidiendo ayuda durante seis horas mientras yo esperaba debajo", cuenta Vlad. La gata solo bajó por la noche. Desde entonces es una gata doméstica.
"Esta no es una historia sobre la guerra, sino sobre la lucha con uno mismo y su mundo interior", explica Vlad. A veces, añade, "basta un solo día, una sola situación, para cambiar por completo tu propio universo".
Agosto de 2025: "Siento que mi mente se rompe bajo estas interminables montañas rusas de emociones"
Al final del verano, Vlad empezó a pensar en dejar el arte y centrarse en el servicio militar. "La guerra no da señales de terminar y prácticamente no tengo oportunidades de salir al extranjero y desarrollar mi trabajo artístico a un nivel adecuado", argumenta.
"Durante el año, mis cuadros se vendieron muy mal y mi sueldo militar no siempre fue suficiente para cubrir todas mis necesidades. Por lo tanto, me pareció una decisión sensata realizar el entrenamiento militar y tomar este camino para no hacerme daño con sueños inalcanzables ni atormentarme con sentimientos de inadecuación profesional en el arte".
En la escena artística existe la idea de los "artistas jóvenes", menores de 35 años, según Vlad, que cree que por eso su edad le pesa cada vez más.
"Este invierno cumpliré 30 años, nunca he estado en el extranjero y las posibilidades de ir y encontrar mi lugar en el verdadero mundo del arte disminuyen cada vez más. Este mes ha sido extremadamente difícil. Sinceramente, siento que mi espíritu se está quebrando bajo estas interminables montañas rusas de emociones", cuenta Vlad.
Septiembre de 2025: "La gente no tiene tiempo para el arte"
En septiembre, Vlad estaba constantemente cansado y apenas pintaba. "Una vez conseguí liberarme de mis obligaciones laborales y conduje 500 kilómetros para vender un cuadro. Eso me inspiró mucho, porque la última vez que había vendido uno fue en mayo", dice el artista.
El año no fue muy rentable para Vlad en términos de ventas: "El país está en guerra, la economía se encuentra en un estado catastrófico y los tipos de interés para los comerciantes individuales son altos. La gente no tiene tiempo para el arte: todo el mundo está ocupado con la supervivencia y la vida cotidiana".
Pero mientras circulaba por la autopista, de camino a vender el cuadro, a unos 180 kilómetros por hora y disfrutando de una sensación de libertad, se sintió vivo. "En ese momento, solo hacía tres meses que tenía el carné, pero ya había conducido 5.000 kilómetros por trabajo. Fue un día maravilloso y me gusta mucho la imagen que creé esa tarde".
Octubre de 2025: "Es terrible ser niño en Ucrania"
"Recordaba los pabellones de la guardería de mi infancia, los dibujos en las paredes de los dormitorios y todo el ambiente que allí se respiraba: alegre, honesto, sin máscaras", dice Vlad sobre la obra de octubre.
Vlad quiere que los niños de hoy también sean felices. "Los niños sufren mucho durante la guerra. Algunos padres van al frente y los niños se quedan en casa con sus madres. Algunas familias huyen a otro país europeo porque sus padres están agotados por los constantes bombardeos. Otras caen bajo la ocupación de la Federación Rusa, son asesinadas por soldados rusos o ven cómo se llevan a sus hijos y los deportan a otras familias en Rusia", explica, y añade que es terrible ser niño en Ucrania.
Noviembre de 2025: "Pequeños campesinos en manos de ases"
Para Vlad, noviembre se caracterizó por constantes fluctuaciones: posibles negociaciones, otra filtración o traición de Trump a Ucrania, problemas políticos internos con repercusiones internacionales y numerosos casos de soldados ucranianos que abandonan sus unidades sin permiso.
"Pequeños granjeros en manos de ases": así fluctúa la vida de un ucraniano de a pie entre un sueldo mensual de 500 dólares, el sacrificio de la juventud y la salud, mientras otros juegan con los ases que guardan escondidos en la manga. ¿Es la guerra una montaña rusa? ¿O el hockey ruso, en el que todo depende de cómo valore la situación el árbitro: si juega el disco en campo contrario o marca un gol inmediatamente…?", dice Vlad.
Diciembre: "La realidad actual es cualquier cosa menos optimista"
"No sé dónde estaré después de esta guerra, ni siquiera si existiré. No sé dónde estará mi país, dónde estarán mi familia y mis camaradas. La realidad actual es cualquier cosa menos optimista: el frente se derrumba, el enemigo avanza, mientras la sociedad se prepara para las fiestas navideñas como si la guerra fuera solo un ruido de fondo y no una sentencia", dice Vlad.
Aunque no tiene nada en contra de las fiestas, se siente físicamente mal ante la idea de que alguien esté muriendo en el frente en el mismo momento en que se leen estas líneas. "No se trata de un soldado abstracto, sino de una persona real que está defendiendo este país por los que quedan atrás. La retaguardia forma parte de la guerra. Pero si el interior vive como si la guerra estuviera lejos, se pagará con sangre en el frente. Los socios occidentales dicen las palabras correctas, pero los balances cuentan otra historia", afirma Vlad, en alusión a la compra de recursos energéticos rusos.
"Las importaciones de la UE procedentes de Rusia superan la ayuda a Ucrania. Hace tiempo que esta guerra se ha convertido en una guerra de dinero, una guerra de intereses, una guerra en la que la comodidad y el beneficio cuentan más que las vidas de toda una nación. Solo se nos apoya en la medida en que no perjudica a la economía de nadie. No soy ni un romántico ni un idealista. Entiendo cómo funciona este mundo: capital, jerarquías, beneficios. El cinismo puede seguir pareciendo realismo, pero llega un momento en que se convierte en complicidad cuando uno se limita a aceptar lo malo. Y mientras unos cuentan beneficios y se preparan para las vacaciones, otros pagan con su vida. Quizá algún día haya que rendir cuentas. O quizá no".
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