¿Quiere montar un despacho? Asegúrese de pactar un buen acuerdo con su socio


Emprender en la abogacía de los negocios puede ser una oportunidad de brillar en un sector donde la competencia está a la orden del día, pero también da la posibilidad de caer si no se establecen desde el principio unas reglas claras. En la mayoría de las ocasiones, el éxito de un bufete pasa por cerrar un buen acuerdo con los socios. No es un mero contrato legal, sino la brújula que orienta a la firma para navegar en aguas dulces. Sin un buen pacto entre socios, hasta los mejores barcos pueden hundirse en mares revueltos.
Errores más comunes al firmar un pacto de socios
Evitar charlas incómodas. Muchos socios huyen de temas sensibles “como el reparto de poder, la salida de uno de los miembros o los mecanismos de resolución de conflictos”, afirma Marc Gericó, socio director global de Gericó Associates. “Termina generando ambigüedad y tensiones futuras”, opina.
No definir los roles. Hay ocasiones en las que no se define quien es la cara del despacho. “Vemos despachos donde nadie quiere asumir el rol de socio director, o bien hay ambigüedad sobre quién toma decisiones”, apunta Gericó. “Esta falta de estructura, a medio plazo, genera bloqueos operativos, tensiones internas y guerras de egos que frenan el desarrollo de la firma”, añade.
Pacto básico. Es importante redactar un acuerdo lo más completo posible, “Muchos confían en la buena fe y en la relación personal, pero las circunstancias cambian y lo que no está escrito no existe”, señala José Ramón Moratalla, copresidente de la sección de Innovación y Abogacía del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid. “Un acuerdo superficial deja demasiados cabos sueltos y puntos al albur de la interpretación, que inevitablemente derivarán en conflictos”, comenta.
Redacción imprecisa de las cláusulas. Utilizar expresiones ambiguas son una fuente de problemas. “Usar un lenguaje vago o no prever excepciones y casuísticas puede anular la efectividad del acuerdo”, advierte Moratalla.
Dejar el acuerdo en un cajón. Un buen pacto debe actualizarse constantemente. “Lo que era válido al inicio, puede no serlo tres, cinco o diez años después”, expresa Moratalla.
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