Las claves: la inutilidad de ser pesimista, incluso tras otra visita de pleitesía al emperador

“Hay que ser optimista, porque ser cualquier otra cosa no sirve absolutamente para nada”, dice el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy, en uno de sus múltiples aforismos. Quizá por eso los líderes europeos salieron el lunes de la reunión sobre Ucrania con Donald Trump aparentemente satisfechos, aunque todo sigue aún muy cogido con pinzas. La última propuesta de Zelenski es que los europeos compren 90.000 millones de dólares en armas a EE UU, a cambio de que este garantice la seguridad de Ucrania. Parece lógico que sea el continente que está a tiro de Rusia el que asuma el coste; pero da la impresión, una vez más, de que EE UU acaba ganando mucho, sin gastar demasiado. Como con la negociación de los aranceles, no parece que la nutrida comitiva haya hecho mucha fuerza ante el republicano. Y, ayer, la firmas de defensa europeas volvieron a caer en Bolsa ante las perspectivas de que la paz, aunque sea vigilada, no les genere demasiados beneficios. Siguen estando en valoraciones muy altas, en todo caso; como si los inversores creyeran en la inutilidad del pesimismo.
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