La tormenta perfecta en una copa: estas son las amenazas que oscurecen el futuro del vino

“Famoso país del vino asolado por los combates”. The New York Times titulaba así una noticia fechada el 11 de septiembre de 1944. “Franceses y americanos han estado disputando a los alemanes los viñedos quizá más famosos del mundo: la región de la Borgoña. Todavía no se ha podido valorar con fiabilidad cuántos daños se han causado a esta herencia, pero, según indican muchos informes, los alemanes ya han hecho bastante por lograr la total ruina de los envidiados campos”. Todo ha cambiado en 81 años. El consumo mundial de vino se estima en 214 millones de hectolitros en 2024. Siete millones por debajo de la campaña anterior. Los jóvenes beben menos, aumentan los costes de producción, crecen los precios de la botella, la geopolítica es tan incierta como una batalla y el cambio climático provoca que se empiece a cosechar en julio. Quién imaginaría aquellos días —en los que arriesgaban su vida por las viñas— que hasta el Reino Unido o Camerún elaborarían vino. Ningún viticultor borgoñón, entonces, lo habría creído. Ni tampoco que su gran aliado, Estados Unidos, subiría 81 años después, merced a la Administración Trump, un 15% los aranceles a la entrada del mítico vino en su país. “Queda adaptarse”, resume Quim Vila, fundador de Vila Viniteca, una de las firmas más prestigiosas del negocio vitivinícola. “En su primer mandato, ya impuso un 20%”, recuerda. Luego Biden los rebajó al 10%. “Pero no son sólo los aranceles: es la inestabilidad del mundo”. Va más lejos.
De la cooperativa al lujo de Chanel
Fincas de Azabache. Una nomenclatura bella. Unas 3.000 hectáreas. Bajo ese nombre trabaja la Cooperativa de Aldeanueva de Ebro, la mayor de la denominación de origen Rioja. Emplea a 800 personas, unas 720 familias y embotellan 15 millones de unidades. Su objetivo es la comercialización. Como en su día lo hicieron Martín Códax (Rías Baixas) o Protos (Ribera de Duero). Un esfuerzo que le reporta 30 millones de euros. “Con la tarifa [arancel] del 15% tendremos un problema. Este año lo manejaremos con nuestro margen y el del importador. La próxima campaña habrá que repercutirlo todo al importador. Para los operadores medianos es una situación grave, otros, como Álvaro Palacios, tienen un perfil diferente de clientes. Al menos, fin a la inseguridad”, comenta Abel Torres, gerente de la Cooperativa. Sacan fuera el 40% de la producción aunque sólo un 7% llega a los lineales americanos. Sus mercados son los clásicos: Alemania e Inglaterra. Y entiende que la denominación de origen haya bajado un 1,5º la graduación de los blancos y los rosados. El consumo cae y los jóvenes se pierden. Además, la posibilidad de la vendimia temprana ayuda en el Reino Unido: donde a mayor volumen de alcohol mayores impuestos. Una diferencia de 30 céntimos es un mundo en una botella. Es agosto y manda la cosecha de tempranillo blanco. Y mientras unos buscan lo asequible: otros hallaron el lujo. Todos saben que el distribuidor Ulysse Cazabonne adquirió el grupo Lavinia. Quizá conocen menos que detrás de este négociant de Margaux —la cuna natural de los célebres Burdeos— está el grupo Chanel. Suyo es el desafío de llevar a los beneficios a un grupo que cuenta con cinco puntos de venta físicos; dos tiendas en Madrid (La Moraleja y La Finca), una en Ginebra (Suiza), otra en la avenida Víctor Hugo en París y también el espacio parisino Caves Augé en el Boulevard Haussmann. Ithier Bouchard es el hombre del cambio. “Habrá un nuevo establecimiento en Madrid, más pequeño que el antiguo de la calle Ortega y Gasset, sin restaurante, y esperamos abrir, a la vez, en un plazo de seis meses los nuevos espacios remodelados en toda Europa”, resume. “Habrá vinos conocidos, pero también descubrimientos”. Todo el mundo sabe que las viñas enraízan con dificultad sobre el cemento madrileño. En 2023 perdieron (cierran las cuentas en junio) unos 2,04 millones de euros y facturaron 8,70 millones. En espaldera o en vaso, con o sin Trump; un desafío.
Viñas calcinadas en Galicia
Los incendios devastadores frustrarán buena parte de la cosecha de este año en Ourense, una provincia que alberga a cuatro de las cinco denominaciones gallegas: Valdeorras, Ribeiro, Monterrei y Ribeira Sacra. El exceso de calor interrumpe el flujo de savia y seca las uvas que estos días están en la recta final de la maduración.
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