Miles de familias esperan un piso público, pero el que ocupaba Juan José sigue vacío más de un año después de su desahucio

Los primeros en llegar fueron los policías. Eran seis, dice una de las activistas que los vieron aproximarse mientras esperaban en la acera junto al septuagenario al que iban a desahuciar, Juan José Hernández. Este miraba apesadumbrado. 70 años a sus espaldas, un cáncer superado y una cicatriz en el pecho de una operación a corazón abierto. Aquella mañana del 21 de agosto de 2024 unas 15 personas acompañaban a Juan José. Eran muchas menos que en otras ocasiones a pesar de que por redes sociales habían difundido una convocatoria bajo el mismo lema de siempre, #JuanJoseSeQueda. Pero en esa fecha mucha gente se encontraba fuera de Madrid, explica la activista, Vanesa Fernández. Pocos minutos después se acercaron los dos miembros de la comisión judicial. Él, alto y calvo; ella, rubia con melena. Juan José subió a la quinta planta con los dos funcionarios, recogió sus “cuatro trapos” y, abatido, les entregó la llave. Todo duró un par de horas. Esa noche la pasó llorando en su viejo Volvo.


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