Sabadell, BBVA y Gobierno: ángulos muertos de una opa que avanza a trompicones


Iván Redondo, mano derecha de Pedro Sánchez en su primera legislatura en el Palacio de la Moncloa y ahora dedicado a tareas de consultoría, se refería en un artículo publicado en su blog allá por el año 2018 a los ángulos muertos de la política. “Hay una parte del mundo ante nosotros en la que somos literalmente ciegos. Una parte del espacio (político) que no vemos. Aunque nuestro cerebro a menudo nos autoengañe, la política siempre es el arte de lo que no se ve”. La reflexión puede aplicarse también a las finanzas y al mundo corporativo. Con un matiz. Frente al mundo político, más nebuloso y dado a la interpretación, la economía y las compañías que habitan en el Ibex se apropian de la actualidad con referencias aparentemente objetivas, véase el mar de datos que se remite al supervisor o los propios hechos relevantes que dan transparencia al día a día de las sociedades. “La vida no es más que una sombra (…) Un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada”, decía el verso de Macbeth que sirvió a William Faulkner para titular su obra magna. En este punto, la opa del BBVA al Sabadell está precisamente en ese terreno, en el del ruido, el de la guerra del céntimo para convencer al esquivo accionista o el de las declaraciones altisonantes de cuestionable fondo. Páginas y páginas de información. Entre bambalinas, sin embargo, han ido cogiendo forma otras inquietudes. Lo han hecho desde que empezó el proceso hace casi año y medio. A veces, solo formular las preguntas alienta posibles respuestas. Como remachaba el propio Redondo, “no hay que leer a Sun Tzu para darse cuenta de la importancia que tiene el foco”.
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