La política europea de punto muerto mata a la industria del automóvil

La industria del automóvil en Europa es demasiado importante como para dejarla caer, pero que nadie descarte que en pocos años haya que concluir que entre todos la mataron y ella sola se murió. Porque tras las ignoradas advertencias de riesgo de los últimos años, empiezan a aparecer culpables señalados por todas partes, mientras la primera industria manufacturera de Europa, y de España, se jibariza a pasos de gigante. Pero es indiscutible que quien condiciona las decisiones de la industria y de los consumidores, y acapara la responsabilidad primera de lo que ocurra, es la rigorista política medioambiental europea, que está en punto muerto y parece que trabaja más para el adversario chino o americano que para sus administrados, y que, aunque a regañadientes sea, tendrá que rectificar para evitar la debacle que se avecina.
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