El Sabadell y la táctica del caracol indigestan al pez gordo
En la primera comparecencia ante la prensa tras haber decidido devolver la sede social del Banco Sabadell de Alicante a Cataluña, el consejero delegado de la entidad, César González-Bueno, no ocultó su disgusto ante una pregunta que inquiría cómo se protegería un banco “pequeño” como el Sabadell del abrazo del oso que pretendía darle el BBVA. González-Bueno, orador fino como un martillo, negó que la entidad vallesana sea una frusilería. Un beneficio de 1.800 millones de euros el año pasado no es cualquier cosa, pero el tamaño en activos del BBVA es de 776.000 millones de euros y el del Sabadell se queda en 252.000 millones. La magnitud de las cifras ha claudicado ante el empuje de las letras que articulan el relato que ha construido la cúpula directiva del Sabadell: el tamaño importa pero, a veces, menos es más y González-Bueno, lo mismo que el presidente Josep Oliu, se ha esforzado en difundir la idea de que para el accionista del Sabadell nada era tan rentable como quedarse en casa. En pleno fragor de los últimos días de la pelea, Oliu incluso recomendó “tirar a la papelera” la oferta del BBVA.
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