La rebaja de tipos llega a la gestión pasiva: ¿cuánto afectará a los productos indexados o a los ETF?
A tener en cuenta antes de elegir
Desafío. En opinión de Tobias Schafföner, gestor sénior y miembro del junta directiva de Flossbach von Storch, cualquiera que compre un ETF se beneficia del índice subyacente, para lo bueno y para lo malo. “Cuando vienen mal dadas, son particularmente desafiantes, porque la presión psicológica en tiempos de crisis crece a medida que caen los índices. Muchos inversores fracasan porque sobreestiman su capacidad de sufrimiento y terminan vendiendo a la desesperada y en mínimos históricos porque no pueden aguantar más. Por otro lado, un buen fondo de gestión activa logra amortiguar las caídas y ayuda a aliviar esa presión. Al menos esa es la idea; permite a los inversores dormir tranquilos”.
Costes. Javier Turrado, director comercial de Bankinter Gestión de Activos, hace hincapié en que “la selección de productos indiciados no debe guiarse por el coste, pues hoy en día en mandatos de gestión se utilizan clases institucionales y clases limpias con comisiones de gestión ya de por sí reducidas. Así que la decisión tiene que estar motivada por la voluntad de replicar los mercados o por tratar de aprovechar el valor añadido que aporten los gestores de los vehículos de inversión.
Elección. En Invesco han observado que los clientes optan por ETF “cuando buscan eficiencia de costes, cuando se exponen a mercados muy eficientes donde incluso los ETF por su estructura pueden batir consistentemente a sus índices, y cuando buscan una exposición diversificada a mercados, sectores o factores específicos y generar su alfa a través de su asignación de activos”. Sin embargo, el cliente suele ir a la gestión activa “cuando identifica oportunidades específicas donde tienen menos experiencia y buscan aprovechar el conocimiento especializado de nuestros gestores para generar alfa, especialmente en mercados menos eficientes”.
Composiciones de cartera para todos los gustos
La complementariedad de la gestión activa y la pasiva parece que ya se ha asumido en la mayoría de las grandes gestoras, pasando página a los debates sobre si un tipo de estrategia es mejor o incluso infalible frente a la otra.
Javier García Díaz, responsable de ventas de BlackRock para Iberia, tiene claro que ambos modelos de gestión tienen cabida, ya que “la combinación de gestión activa e indexada es una forma eficiente de construir carteras”.
En su opinión, la decisión para ponderar ambas estrategias está, no obstante, condicionada por cuestiones como el coste, el control o la precisión sobre la exposición deseada, o bien, la filosofía de inversión. Así, “la apuesta por los ETF puede servir para optimizar los costes en clases de activos donde sea complicado generar retorno; mientras que la opción por una estrategia activa, por el contrario, puede resultar provechosa en casos en los que la rentabilidad justifique el coste del producto”.
“El uso de fondos de gestión activa o el de ETF viene más bien dado por el tipo de fondo “comprador” y por el proceso de inversión. En el caso de mi equipo, en el que gestionamos fondos mixtos perfilados por nivel de riesgo, la principal fuente de rentabilidad proviene de la proporción que se asigne a cada activo (renta variable, bonos, divisa, materias primas etc.) llamado asset allocation por lo que es crucial contar con vehículos de bajo coste que repliquen los mercados a los que queremos acceder”, detalla Nerea Heras, responsable de fondos core en Santander Asset Management España.
“Dicho lo cual, hay casos en los que los mercados a los que queremos acceder son demasiado nicho (como podría pasar en el caso de los emergentes o de los small caps) o que requieren un know-how especial por su iliquidez (como suele pasar en el caso de high yield y similares) y, en estos casos, nos decantamos fundamentalmente por la gestión activa”.
“Los inversores pueden adaptar sus carteras al nuevo escenario tanto con fondos de gestión pasiva como de gestión activa. Por la parte de ETF contamos con una gama muy completa sobre índices de renta fija que permiten al inversor posicionarse en cualquier tramo de la curva y, por tanto, poder aprovecharse de los movimientos en los tipos de interés”, asegura Juan San Pío, director comercial de Amundi ETF, Indexing & Smart Beta para Iberia y Latinoamérica.
Para Nina Petrini, responsable de ETF para Iberia de USB AM, “los criterios para elegir uno u otro dependen de múltiples variables. Por ejemplo, si un cliente busca un valor transparente cotizado en Bolsa, un ETF ofrece una manera sencilla y eficiente de obtener una exposición concreta. En otros casos, la complejidad de la estrategia de inversión, o si se requiere algún tipo de personalización para cumplir con los requisitos del cliente, puede influir en la elección del producto de inversión”.
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