La innovación abre caminos en la agroindustria tradicional riojana
La economía de La Rioja sostiene sus pilares históricos y de identidad en los sectores agroalimentario y vitivinícola. La producción de vino con denominación de origen y la industria conservera representan un motor de desarrollo y un valor diferencial. Sin embargo, estas actividades afrontan nuevos retos frente a la incertidumbre económica global, las variaciones de consumo y la caída de la industria. La tradición y la innovación convergen en nuevas posibilidades para la economía riojana, cuyo PIB creció un 3,4% en el tercer trimestre de 2024 frente al mismo periodo del año anterior y en línea con la media del conjunto de España, según las estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef).
Tareas pendientes
Diversificación territorial. En Logroño residen 150.020 personas, casi el 47% de la población regional total (319.892 riojanos), cifra el Instituto Nacional de Estadística. Esto potencia la concentración económica en la capital, como señala Ernesto Gómez, presidente del Colegio de Economistas de La Rioja. “Estamos viviendo la despoblación de las cabeceras de comarca”, apunta el experto, que destaca la necesidad de equilibrar la producción económica y la llegada de los servicios a todo el territorio.
Sostenibilidad. La región debe trabajar en la integración del desarrollo sostenible, “un reto ineludible”, opina María Cruz Navarro, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de La Rioja. “Esto impone cambios estructurales que afectan a sectores directamente afectados”, agrega la docente. Para Navarro, este desafío también brinda oportunidades vinculadas a “nuevas formas de producir y de gestionar los recursos naturales”, entre otros.
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