Tamar Novas: “A mí me llaman mañana Alejandro o Pedro para trabajar y les digo que sí sin leer el guion”

Ser actor, a veces, consiste en saber responder a lo inesperado. De esas tablas tiró Tamar Novas (Santiago de Compostela, 39 años) en los pasados Goya, cuando, junto a Belén Rueda, le tocó entregar el primer ex aequo a la mejor película en la historia de la ceremonia, para El 47 y La infiltrada. “Belén tenía el sobre y vi un papel que pasó donde ponía muy pequeñito ex aequo. Pensaba todo el rato: no lo ha visto. Fue muy rápido. Le dije que mirase si había otra tarjeta, y efectivamente”, cuenta, como un ninja reconstruyendo las llaves que empleó para combatir a unos matones. “En los Oscar se equivocaron y lo llevaron peor, subieron los que no eran y hubo que interrumpir”, apostilla, ufano. Tiene sentido que Tamar Novas se mueva como pez en el agua en los Goya. Cuenta sus años por número de ediciones —los premios de la Academia y él celebran su 40 aniversario en 2026— y alcanzó la mayoría de edad con la estatuilla al mejor actor revelación por Mar adentro (2004), de Alejandro Amenábar, donde encarnaba al sobrino de Ramón Sampedro. ¿Cómo se gestiona una carrera cuando, al empezar, ya tiene uno el premio gordo? “No tenía mucha cabeza ni nada cercano a una carrera. David Trueba me dijo: ‘No pienses que siempre es así, es muy difícil caer en una película de estas características’. Pero la ilusión era lo que me nutría. Estoy en el camino mientras la siga sintiendo”.




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