Las claves: la deriva autoritaria de Donald Trump apunta a los medios... y a los cómicos

Es sabido que los medios de comunicación están en la diana cuando un país avanza hacia el autoritarismo. Es más chocante que estén tan amenazados en EE UU, el país de la primera enmienda. Un periodista australiano le preguntó esta semana a Donald Trump, educadamente, si un presidente debería estar tan “involucrado” en la actividad empresarial. Trump le preguntó de dónde era y le amenazó así: “Estás perjudicando mucho a Australia. Le voy a hablar a tu líder de ti”. Avanza la oleada de demandas del presidente o el Gobierno contra medios de prestigio, el último The New York Times, al que reclama 15.000 millones de dólares por su supuesto (y legítimo) sesgo progresista. Podríamos pensar que, si se amedrenta a los medios serios, nos quedará el humor de esos reyes de la comedia en la TV de EE UU. Pero tampoco: Stephen Colbert fue cancelado por Paramount en una fea transacción (para que se aprobara su fusión con Skydance); ayer le tocó a Jimmy Kimmel, despedido de ABC después de que el regulador de las comunicaciones, FCC, exigiera su salida “por las buenas o por las malas”. El matonismo va ganando terreno a la democracia. Quién sabe si será irreversible.
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