Trump entierra Occidente y la UE no está a la altura

Lo peor del trumpismo –el original y el de sus acólitos europeos- no es que sea retrógrado, ultraconservador o de extrema derecha. Tampoco lo es su proteccionismo nacionalista o su apuesta por unas reglas internacionales basadas en la fuerza y la arbitrariedad arancelaria. Ni tan siquiera, que dé la espalda a los principales problemas actuales de la humanidad (cambio climático e Inteligencia Artificial), reactivando viejos problemas como la guerra y la desigualdad social, desde una cultura supremacista y machista. Lo peor es que, por todo ello, es un proyecto que quiere acabar con la democracia occidental y devolver al ser humano a una posición subalterna frente a otros poderes que escapan a nuestro control: su modelo es más cercano a la Edad Media o a autocracias como Rusia, Irán o China, que al mundo libre Occidental que venció al nazismo y al comunismo, instaurando la etapa más larga de prosperidad mundial y florecimiento de las libertades y la democracia.
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