El capital riesgo orilla a las emprendedoras: las empresas fundadas por mujeres reciben apenas el 3% de los fondos


Quedan 63 días, tres horas, 23 minutos y 41 segundos para la segunda prueba espacial del propulsor de satélites que ha desarrollado la start up Ienai en sus seis años de actividad. La cuenta regresiva brilla desde un gran panel electrónico que reza next mission (próxima misión, en inglés) en la entrada de la sede de Ienai en Leganés (Madrid). “Esperamos validar gran parte de la tecnología, pero no es realista imaginar que todo vaya bien. Tenemos otros tres vuelos programados para 2026”, proyecta Sara Correyero, fundadora y directora de operaciones de la start up. Incluso si no llega al mercado hasta el año que viene, ese artefacto del tamaño de una libreta se ha convertido en el producto estrella de la compañía. Emprendedora novel, Correyero estima que la valoración, que no puede revelar, se multiplicará por diez en cuanto se comercialice el propulsor. Y los inversores confían en ella. Esta ingeniera de 34 años ha captado ya siete millones de euros, la mayor parte en una ronda de financiación privada el año pasado.
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