El oro no tiene techo ni rival y supera los 4.000 dólares: institucionales y especuladores también se suman al rally

En plena fiebre por los criptoactivos, cuando en 2023 y 2024 multiplicaron su valor, cundió la idea de que el bitcoin podría llegar a convertirse en el nuevo oro, el activo refugio indiscutible al que asignar de forma obligada una parte de la cartera, por delante incluso del metal precioso. Pero ahora que el mundo está envuelto una vorágine de riesgo geopolítico, con el dólar perdiendo brillo como referencia global, el oro recupera su trono de forma indiscutible. El bitcoin también ha marcado máximos históricos esta semana, con un alza en el año que se acerca al 20%, pero el metal precioso está en subida libre y no tiene rival. Es el activo que mejor se comporta en lo que va de 2025, con una revalorización del 50%, y su ascenso promete continuar ya que los factores estructurales que lo han propiciado no apuntan a cambiar mientras se añade un acelerador más: el interés de los inversores institucionales y también el de los más especulativos, incluidos particulares, aquellos que en otros momentos compraban criptodivisas.
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