Se nos ve mejor desde fuera

La distancia parece que incrementa el atractivo de España, aunque, tal vez, sea que desde fuera se nos contempla sin los ojos cainitas y autoflagelantes que caracterizan nuestra mirada patria desde, al menos, 1808. No se entendería, de otra manera, que cada año casi cien millones de turistas decidan pasar sus vacaciones aquí o que entre 2015 y 2024 hasta 300.000 millones de dólares procedentes del exterior hayan escogido nuestro país para hacer inversiones directas. Las principales agencias de rating también han mejorado recientemente la ya positiva evaluación de nuestra deuda pública como indicador de estabilidad y fiabilidad de país, a pesar de no tener presupuestos o de los diarios anuncios catastrofistas que inundan nuestras redes sociales y la actividad de la oposición, tanto la política, como la mediática. Incluso, a pesar de un Gobierno que da bandazos en función de por donde le aprieten sus voraces “socios” parlamentarios hasta el punto de perder su rumbo y actuar movido solo por el ruido mediático-electoral de la polarización permanente, como hemos visto estos días en que los políticos españoles se presentaban divididos y ardorosamente enfrentados por si lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio o una simple masacre, haciendo un ridículo más dramático que cuando tuvo lugar el célebre debate teológico sobre el sexo de los ángeles. Al parecer, todavía estamos muy lejos de que la política sea un asunto de adultos.
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