Aena se prepara para embarcar en un vuelo muy ambicioso

Aena es una compañía que tiene un encanto especial para los inversores. Suele repartir en dividendos el 80% de lo que gana, tiene una extraordinaria capacidad de generar dinero (el año pasado su ebitda o resultado de explotación fue de 3.510 millones de euros, un 60% de sus ingresos) y, como monopolio regulado que es, nunca le faltan clientes. Por eso se la suele calificar como un valor defensivo: a menos que ocurra un cataclismo como el de la covid, la compañía siempre responde. Esta semana volvía a anunciar récords de pasajeros en sus aeropuertos españoles: ya van 247 millones este año, un 4% más. Aena prevé que el año terminará con un crecimiento cercano al 3,4%, en unos 320 millones, frente a los 275 millones que registraba antes de la pandemia en España.
Una red internacional que es difícil hacer crecer
La participación de Aena fuera de España, a través de su filial Aena Desarrollo Internacional, se extiende a 33 aeropuertos: posee el 51% de Luton, en el Reino Unido; cuenta con 17 aeropuertos en Brasil, 12 en México, dos en Jamaica y uno en Colombia. El aeródromo londinense, que este año ha aprobado un plan para ampliar su capacidad de los actuales 19 a 32 millones de pasajeros, todavía no ha recuperado el tránsito previo a la pandemia. En cambio la mayoría del resto de sus activos internacionales registraron avances significativos de viajeros en el primer semestre del año. Otra cosa es la capacidad de Aena para seguir añadiendo instalaciones a su cartera. “Sigue explorando posibilidades de fusiones y adquisiciones a nivel internacional, pero existe una escasez de activos disponibles y una competencia significativa tanto de actores industriales como financieros”, piensan en JP Morgan.
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