El fenómeno de las viviendas ilegales en suelo rústico vuelve a Cádiz renovado y con fuerza
Susana Sánchez, concejala de Medio Rural de Jerez, lleva días especialmente jaleados. Llegan las primeras lluvias de otoño y a su delegación le toca revisar el buen estado del cauce de los arroyos. Fue así como descubrió que alguien había levantado una valla invadiendo la rivera del que discurre por el área rural de La Zarandilla, uno de los 21 asentamientos que salpican el suelo rústico del enorme término municipal jerezano. “A la semana volví y ya había plantadas cinco casas prefabricadas”, reconoce la edil, entre la frustración y la sorpresa. El fenómeno de las viviendas ilegales, que caldeó la costa gaditana durante décadas hasta convertir a la provincia en el punto más tensionado de Andalucía, ha regresado con fuerza y renovado. Ya no distingue mar o interior, es capaz de parcelar con velocidad y se oculta bajo el paraguas de promociones pirata.
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