El reto de aprender a convivir de nuevo con el oso pardo: así se expanden por la cordillera Cantábrica
La recuperación del oso pardo en España es otro caso éxito en conservación, como el del lince. Hace tres décadas había apenas unos 60-80 ejemplares y los núcleos estaban incomunicados. Hoy, la población supera los 370 en la cordillera Cantábrica, más de 83 en Los Pirineos, según datos del último censo que se actualizará en 2025. Esta especie emblemática, protegida desde 1973, ya no está en peligro crítico, pero sigue aún en riesgo de extinción a pesar de su crecimiento en número y menor fragmentación –se pasean de oriente a occidente y viceversa, e incluso visitan Zamora, Burgos y Portugal–.
El activismo anima la lucha contra los delitos ambientales
Balance y marcos regulatorios
Declive de la naturaleza. Malas noticias para la vida salvaje. En los últimos 50 años, entre 1970 y 2020, se ha perdido el 73% de las poblaciones de vertebrados, recoge el Índice Planeta Vivo (IPV), un informe que elabora WWF junto a la Sociedad Zoológica de Londres. Este estudio, que se publica cada dos años, analiza las tendencias de 5.495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85%, seguidas de las terrestres (69%) y las marinas (56%), resalta. El sistema alimentario, la sobreexplotación, los animales invasores, las enfermedades y el cambio climático están detrás de este deterioro, según este estudio.
Estrategia nacional. En septiembre de 2019 se aprobó en España la Estrategia para la conservación del oso pardo Ursus arctos en la cordillera Cantábrica. Este documento fija las directrices de recuperación y conservación de esta especie y que las comunidades autónomas han de desarrollar y ejecutar con la orientación y coordinación del Ministerio para la Transición Energética y Reto Demográfico, además de hacer un diagnóstico sobre su estado actual. Un trabajo que se realiza desde 1999 en dicha zona y desde 2006 en los Pirineos. Entre los objetivos: evitar su mortalidad por causas humanas; garantizar la viabilidad genética de las poblaciones y de su hábitat; reducir las molestias sobre la especie por actividades económicas o los conflictos con el sector agropecuario; establecer protocolos de intervención consensuados entre las Administraciones; favorecer su aceptación social y fomentar la investigación, educación e información.
Avance judicial. Las penas por delitos conta la fauna es otra de las actuaciones que han favorecido su conservación. Aunque todavía hay camino por recorrer, porque pueden pasar varios años hasta la celebración de un juicio y el establecimiento de la condena. Como ha sucedido con el famoso caso del oso Cachou, envenenado con anticongelante en el valle de Arán, una comarca de los Pirineos, cuya vista está prevista para el primer trimestre de 2025, cuatro años después del incidente, refiere Laura Moreno, de WWF. Este año se han condenado a dos cazadores, el último a dos años de prisión e inhabilitación de cuatro por disparar a una osa en la montaña palentina, señalan en Ecologistas en Acción.
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