La presión fiscal cae en España más que en la media de la OCDE
La presión fiscal retrocede en el conjunto de las economías avanzadas por segundo año consecutivo. Los países que forman parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) experimentaron un ligero descenso en la ratio de ingresos tributarios sobre el PIB: la media pasó del 34% de 2022 al 33,9% de 2023, según los últimos datos publicados este jueves por el organismo con sede en París. El ejercicio anterior ya se había producido una disminución de la misma magnitud, reflejo en ambos casos de un periodo convulso que incluye los coletazos de la pandemia y la espiral inflacionaria causada por la invasión rusa de Ucrania. España no se escapa de esta tendencia, y la amplifica: en dos años, la presión fiscal ha bajado medio punto, del 37,8% al 37,3% —el descenso ha sido de tres décimas en 2023 y de dos el año anterior—, aunque se mantiene por encima del promedio del bloque, del que forman parte tanto países con una elevada carga impositiva y un articulado Estado del bienestar, por ejemplo los miembros de la UE, como otros con un músculo fiscal más exiguo, entre ellos México o Turquía.
Gravar los malos hábitos
La estadística de la OCDE dedica un capítulo aparte a los impuestos que gravan hábitos de salud considerados dañinos, en particular los que afectan el tabaco y el alcohol, así como una nueva figura que se está difundiendo recientemente: las tasas sobre las bebidas azucaradas. Y les da un espaldarazo. “No solo generan una fuente modesta pero estable de ingresos para financiar el gasto público, sino que también han demostrado ser un medio rentable de reducir el consumo de productos no saludables y, por lo tanto, mejorar los resultados sanitarios”. La recaudación que brindan es, de hecho, muy pequeña: los ingresos de estos tres impuestos supusieron el 0,74 % del PIB en 2022 y el 2,24 % de la recaudación total.
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