El hundimiento de los márgenes de refino abre un agujero en las cuentas de las petroleras
Fue, durante meses, el epígrafe más rentable en la cuenta de resultados de las petroleras: en la crisis energética, con las dudas sobre el suministro de carburantes disparadas, los gigantes fósiles hicieron caja —y de qué manera— con el negocio de refino. Se convirtió, de la noche a la mañana, en el principal motor de sus beneficios. Casi tres años después, poco queda ya de aquella gallina de los huevos de oro. Digerida ya la salida forzosa de Rusia del mercado occidental de carburantes tras la invasión de Ucrania, el péndulo ha pasado al extremo contrario: en plena transición global al coche eléctrico, hay más refinerías de las necesarias. Los márgenes se resienten. Y sus dueños sienten ya este cambio de tornas en carne propia.
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