Los condes que luchan por salvar su palacete de la ‘turistificación’: “Somos la resistencia”
Atrincherado entre damascos del siglo XVIII y bombardeado con ofertas millonarias y requerimientos burocráticos, el séptimo conde de Zavellá, Pedro Montaner (Alicante, 75 años) hace cumplir la última voluntad de su padre: Can Vivot debe seguir siendo lo que ha sido para las 20 generaciones anteriores, una casa familiar. Eso significa al menos tres cosas: no se trocea en apartamentos turísticos, no muta en hotel de lujo y no se vende aunque lluevan —y llueven— cheques en blanco y tentadoras ofertas millonarias. En resumen, el casal, declarado monumento artístico nacional y bien de interés cultural (BIC), no tendrá el triste destino de las casas señoriales colindantes, algunas de ellas con idéntica categoría y convertidas, a pesar de ello, en “activos turísticos”.
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