El regreso de Tony Blair: de la guerra de Irak a ser propuesto para gestionar Gaza

El nombre de Tony Blair, histórico líder británico y símbolo del laborismo más centrista, ha vuelto a cobrar protagonismo en el plano internacional. La presentación por parte de Donald Trump del plan de paz para poner fin a la guerra en Gaza estipula la creación de un órgano internacional de supervisión, el cual estaría coordinado por Blair y presidido por el mandatario estadounidense.
Tanto Trump como Blair trabajarían, de acuerdo con este plan, en la supervisión de una Administración palestina "tecnócrata y apolítica" que asumirá el control de la Franja tras la retirada de Hamás del territorio, en caso de que los paramilitares acepten el acuerdo. El plan no contempla la salida del Ejército israelí y propone el control de las fronteras terrestres y del espacio aéreo o marítimo por parte de Tel Aviv.
Nacido en 1953 en Edimburgo, Blair estudió derecho en la Universidad de Oxford y se hizo abogado. En 1983 fue elegido miembro de la Cámara de los Comunes como diputado laborista por Sedgefield. Sus dotes de orador le hicieron popular entre los votantes, y asumió el liderazgo del Partido Laborista tras la repentina muerte de su entonces líder, John Smith.
En 1997, los laboristas obtuvieron una aplastante victoria en las elecciones, lo que convirtió a Blair, a sus 43 años, en el primer ministro más joven que había conocido Reino Unido desde Lord Liverpool en 1812. Este gobernaría toda una década, hasta 2007.
Un legado político definido por el apoyo a Bush en la invasión de Irak
Con el cambio de milenio, Blair renovó su mandato por dos mandatos consecutivos tras los sucesos del 11 de septiembre de 2001, pero se enfrentó a un periodo de liderazgo turbulento.
Su apoyo militar a Estados Unidos en Afganistán bajo la presidencia de George W. Bush, así como la invasión de Irak en 2003 para derrocar el régimen del expresidente Saddam Hussein con el pretexto de impedir la supuesta proliferación de armas de destrucción masiva, cuya existencia nunca fue demostrada, causaron inquietud en su nación.
Los acontecimientos provocaron un descenso de su popularidad después de que Reino Unido no probase la existencia de estas armas, lo que finalmente le llevó a dimitir en 2007.
El 28 de abril de 2003, pocas semanas después de la caída de Bagdad, Sir John Scarrett, presidente del Comité Conjunto de Inteligencia, entró en el despacho del secretario de prensa de Tony Blair, Alistair Campbell, y le preguntó: "¿Cómo de malo sería no haber encontrado ninguna prueba del programa de armas de destrucción masiva de Saddam?".
Blair no podía imaginar que aquello crearía una duradera crisis de confianza pública en los sucesivos dirigentes laboristas y en los servicios de inteligencia. El entonces 'premier' se enfrentó a acusaciones de crímenes de guerra en Irak por parte de varias personalidades, entre ellas el ex primer ministro malasio Mahathir Mohamad.
En octubre de 2015, Blair se disculpó en una entrevista en la 'CNN' por sus "errores" en la guerra de Irak y reconoció que había "trazas de verdad" en la teoría de que la invasión ayudó al ascenso del yihadismo global, pero no se retractó ni pidió disculpas por su apoyo a Estados Unidos.
Su reconversión como enviado en Oriente Próximo
Tras su dimisión, Blair fue nombrado enviado para Oriente Próximo del Cuarteto formado por Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, con la misión de apoyar la creación de instituciones palestinas, promover el desarrollo económico y coordinar las reformas en materia de seguridad y gobernanza.
Aunque dimitió en 2015, mantuvo estrechos vínculos en el mundo árabe y no estuvo ausente de la región. Según el diario 'The Guardian', el ex primer ministro británico utilizó su puesto en el Cuarteto para crear una red de intereses "en la sombra" que se extendía desde los EAU hasta Kazajistán, así como Estados Unidos.
En 2011, Blair medió en un acuerdo de Arabia Saudí con China para Petro Saudi, una empresa propiedad del príncipe Turki bin Abdullah, hijo del difunto rey saudí Abdullah bin Abdulaziz, a cambio de 41.000 libras mensuales de su empresa (48.000 euros) y una comisión del 2% sobre cualquier contrato multimillonario que ayudara a cerrar. El 'Telegraph' calcula que ha asesorado a Riad en acuerdos por valor de hasta nueve millones de libras (10.584.000 euros), así como a los EAU, que le han asignado grandes sumas de dinero de su fondo soberano.
Además, una investigación del 'Sunday Times' revela que Blair fue nombrado asesor del príncipe Mohamed bin Salmán tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado de Riad en Estambul en 2018. El heredero de la monarquía absoluta árabe está acusado de estar implicado en su asesinato.
El presidente egipcio Abdel Fattah al Sisi también se ha beneficiado de la red que ha tejido Blair. Campbell afirma que este último aceptó asesorar al presidente, quien llegó al poder tras un golpe militar, como parte de un programa financiado por los EAU a través de una empresa de inversiones en El Cairo.
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