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'Bruselas, ¿te quiero?' Cuando la desinformación sacude la política en Europa

• Aug 9, 2025, 4:01 AM
4 min de lecture
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En esta ocasión, contamos en ‘Bruselas, ¿te quiero?’ con la participación de Sebastián Rodríguez, responsable de campaña del Movimiento Europeo Internacional, María Tadeo, periodista de Le Grand Continent, y Emilio Ordiz, corresponsal de 20Minutos en Bruselas.

Fake news, desinformación, bulos… Son conceptos que nos han acompañado casi a diario en los últimos años. En la pasada campaña electoral de 2024, la Unión Europea enfrentó una gran ofensiva de desinformación dirigida a erosionar la credibilidad de sus instituciones. Específicamente, Rusia y otros actores estatales externos fueron identificados por el Servicio Europeo de Acción Exterior como fuentes clave de operaciones coordinadas, buscando erosionar la confianza en la democracia europea. También hubo campañas de grupos internos extremistas que difundieron contenidos virales falsos con fines electorales.

Para Sebastián Rodríguez, aunque en el caso concreto de los comicios europeos no hubiera claros indicios de que estas campañas de actores estatales externos alteraran sustancialmente el resultado electoral, sí que dejó en evidencia que la desinformación digital ya no es una amenaza marginal, sino una herramienta estructural de manipulación política, amplificada por la inteligencia artificial generativa y la falta de controles sólidos.

En la era de deepfakes imposibles de distinguir y bulos — lo que también conocemos como fake news —, la falta de mecanismos vinculantes pone en entredicho la capacidad del bloque para contener eficazmente la amenaza.

En este contexto, regular es una palabra más que conocida en los pasillos de las instituciones europeas en Bruselas. Sin embargo, se dice mucho que “regular” de alguna manera las noticias falsas, podría poner en entredicho la libertad de expresión. ¿Es razonable cuestionar ese límite? ¿O es una excusa para no enfrentarse a discursos y grupos extremistas?

Debatimos sobre cómo puede la Unión Europea construir un escudo frente a la desinformación sin sacrificar espacios esenciales de libertad de expresión. ¿Hablamos de un escudo legal, tecnológico, educativo o una combinación?

Pese a las leyes europeas como la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) y al código de práctica voluntario impulsado por Bruselas, nuestros invitados coinciden en que el enfoque sigue siendo en gran medida dependiente de que las grandes plataformas tecnológicas autorregulen el contenido engañoso.

Odio en la red - ¿Quién pone los límites?

En un contexto de polarización digital, las redes sociales se han convertido en terreno fértil para la propagación del odio. Mensajes racistas, antisemitas, machistas o directamente violentos encuentran en plataformas como Telegram, X o foros alternativos un espacio donde circular sin apenas control.

Muchos de estos discursos, promovidos por grupos extremistas o perfiles anónimos, escapan a las leyes nacionales y aprovechan los vacíos jurídicos del entorno digital europeo.

La Comisión Europea trabaja en una propuesta legislativa que pretende clasificar el discurso de odio como un delito común en todo el bloque, pero alcanzar la unanimidad necesaria entre los 27 no parece viable en este momento.

Debatimos sobre los límites que puede entrañar la definición europea de “discurso de odio” y el papel que tienen las plataformas tecnológicas en la propagación de mensajes que incitan al odio.

Desconexión laboral - ¿Derecho o utopía?

Las fronteras entre la vida laboral y personal se desdibujan cada vez más. En un contexto de hiperconexión, donde los correos electrónicos, las notificaciones y las tareas urgentes no entienden de horarios ni fines de semana, el derecho a desconectar se ha convertido en una exigencia social creciente.

Algunos países europeos — como Francia, Bélgica o España — ya han legislado para proteger a los trabajadores frente a la hiperdisponibilidad digital, pero la falta de un marco común europeo deja a millones de personas sin garantías reales frente al agotamiento o la presión constante de estar "siempre activos".

¿Es posible lograr un consenso entre Estados miembros con culturas laborales tan diversas? ¿Y qué beneficios concretos tendría una armonización a nivel europeo para trabajadores móviles, digitales o transfronterizos?

Debatimos sobre estos y otros temas con nuestros invitados y ponemos el foco en si las empresas están usando el teletrabajo como excusa para exigir disponibilidad constante fuera de jornada. ¿Dónde está el límite entre flexibilidad y abuso?