Francia y Alemania valoran apostar por la "empresa más fuerte" para reforzar la defensa de la UE

¿Deberían los Estados miembros de la UE que se apresuran a rearmarse favorecer a las consideradas "empresas más fuertes" europeos en la producción de armas en posible detrimento de muchas otras empresas nacionales? Francia y Alemania empiezan a pensar que sí, y Emmanuel Macron y Friedrich Merz tienen previsto iniciar el viernes el debate sobre la controvertida propuesta.

Los dos líderes y sus respectivos ministros de Asuntos Exteriores y Defensa debatirán en el Consejo Franco-Alemán de Seguridad y Defensa sobre proyectos de defensa conjuntos, sobre si la disuasión nuclear de Francia debe extenderse al resto del bloque de 27 países y sobre cómo reforzar la base industrial y tecnológica de defensa de Europa.

Sobre este último punto, el Presidente francés y la Canciller alemana iniciarán conversaciones sobre si el bloque puede lograr un sistema de "empresa más fuerte", según informó el Elíseo a principios de esta semana.

"La lógica de la empresa más fuerte es intentar reducir el número de sistemas de armas en Europa", añadieron responsables del palacio presidencial francés.

Rafale, F-35 y Gripen

Los esfuerzos de la UE por aumentar la producción de defensa ante el temor de que Rusia ataque antes del final de la década se han visto obstaculizados por el alto nivel de fragmentación del sector, ya que muchos Estados miembros han favorecido históricamente sus propias industrias nacionales de defensa por motivos de seguridad nacional.

Esto también ha supuesto un problema para Ucrania, que ha tenido que aprender a utilizar y reparar los diversos sistemas de armamento donados por los países europeos mientras luchaba contra la invasión a gran escala de Rusia.

Por ejemplo, en Europa se utilizan al menos cuatro tipos diferentes de cazas: el Eurofighter Typhoon, de fabricación europea, el Rafale, el JAS Gripen y el F-35, de fabricación estadounidense. En cuanto a carros de combate, se utilizan en todo el continente el Leopard alemán, el Leclerc francés, el Challenger británico, el Ariete italiano, el Abrams estadounidense y el K2 surcoreano.

Con cientos de miles de millones de euros destinados al sector de aquí a 2030, se han puesto en marcha varias iniciativas para poner en común las adquisiciones con el objetivo declarado no solo de reducir costes e impulsar la interoperabilidad, sino también de impulsar las líneas de fabricación europeas.

La insistencia de Macron en la llamada preferencia europea para las adquisiciones de defensa durante el año pasado ya irritó a sus colegas líderes de la UE, algunos temerosos de posibles represalias por parte de EE.UU., y otros argumentando que la medida favorecería principalmente al sector de defensa francés. El sistema de la "empresa más fuerte" también levantaría ampollas y críticas similares.

¿Una decisión sensata?

Para Ester Sabatino, investigadora asociada de Defensa y Análisis Militar del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), seguir un modelo de "empresa más fuerte" podría ser "una decisión sensata", ya que estas empresas están "presumiblemente, mejor situadas para satisfacer la demanda gracias a ciclos de desarrollo y producción rápidos y probados".

Pero si bien podría dar lugar a un menor número de modelos de equipos militares, no conduciría necesariamente a una reducción del número de variantes nacionales del mismo equipo y, por tanto, de los tipos de apoyo logístico necesarios por equipo, afirmó también Sabatino. Además, podría fomentar menos alternativas industriales y una menor competencia, lo que podría frenar la innovación.

"Las consideraciones de seguridad de suministro también harían compleja la aceptación del modelo por parte de países que no cuentan con este tipo de 'deportistas'. En el caso de capitales europeas, como Varsovia, que están invirtiendo en el desarrollo de su base industrial de defensa nacional, puede haber una fuerte resistencia al modelo, ya que podría impedir la consecución de sus propias ambiciones nacionales", dijo Sabatino.

Polonia, que lidera el llamamiento a aumentar el gasto militar de la UE, adquiere gran parte de su material militar más costoso en Estados Unidos y Corea del Sur. A principios de este mes anunció que comprará otros 180 tanques al país asiático en un acuerdo valorado en más de 6.000 millones de euros.

Un trabajo extremadamente complejo

Aún no está claro si el planteamiento hacia el que se inclinarán Francia y Alemania incluirá más iniciativas paneuropeas y modelará iniciativas como el Eurofighter o MBDA, que produce misiles y sistemas afines y es el resultado de la fusión de empresas francesas, británicas e italianas.

En su reunión del viernes, Macron y Merz hablarán de proyectos conjuntos de defensa, como el Future Combat Air System (FCAS), un caza de combate, y el Main Ground Combat System (MGCS), un carro de combate. Pero el FCAS está en el centro de una disputa tras la exigencia de la francesa Dassault de obtener el 80% de la cuota de trabajo.

"El FCAS se encuentra en una situación muy peculiar en este momento, ya que parte de la base industrial y de los grupos de interés de ambos países quieren que el proyecto fracase, para continuar con los proyectos en un marco nacional/alternativo", declaró a 'Euronews' Jacob Ross, investigador del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores.

"Hay mucha presión sobre Merz, Macron y sus respectivos ministros de Defensa para que presenten una solución al conflicto en curso sobre las FCAS. Si el proyecto no sale adelante, sería una señal fatal para el liderazgo franco-alemán en Europa en términos de cooperación industrial de defensa", añadió.

Por lo tanto, para que los dos países puedan presionar con éxito a otros Estados miembros de la UE sobre un modelo de "mejor atleta" en el futuro, necesitarían una posición conjunta consolidada tanto a nivel político como industrial, coincidieron tanto Sabatino como Ross en declaraciones a 'Euronews'.

"De momento, no es el caso", dijo Ross, sobre todo porque sus respectivas industrias son demasiado diferentes y la norma de Alemania sigue siendo comprar equipos estadounidenses que no produce en su país.

El Elíseo ya ha intentado rebajar las expectativas, subrayando que desarrollar una política de este tipo "requerirá un trabajo extremadamente complejo".

"En última instancia, la cuestión es cómo los europeos pueden reducir el número de sistemas de armas que tienen, utilizar los mismos, producirlos en Europa y hacerlo de forma que se garantice tanto su soberanía como la solidez de su capacidad de producción, lo cual no es fácil", añadió.