Von der Leyen debe centrarse en la aplicación de la ley de deforestación de la UE, no en su derogación

Los últimos meses han estado plagados de protestas contra la nueva y audaz normativa de la UE contra la deforestación. La presión ha venido de dentro de la UE, alentada por el ministro de Agricultura austriaco, y de los socios comerciales exteriores.

Por último, el 12 de septiembre, el canciller alemán Olaf Scholz insistió en que se retrasara seis meses la aplicación de la normativa. Se trata de una deplorable abdicación de liderazgo ante la emergencia climática y la responsabilidad de Europa de poner de su parte. La necesidad de la ley de deforestación es más acuciante que nunca.

El Reglamento de la UE sobre Productos Libres de Deforestación (EUDR) exige a las empresas de la UE que garanticen que las materias primas que exportan o importan se han producido en condiciones que respetan las leyes medioambientales y las leyes sobre derechos de uso de la tierra, y que se han cultivado en tierras que no se han deforestado después de 2020.

En 2023, el mundo perdió el equivalente a casi 10 campos de fútbol de bosque crítico para el clima por minuto. La causa está clara: la agricultura a escala comercial es, con diferencia, el mayor impulsor de la deforestación en todo el mundo.

El consumo de las siete materias primas objeto del EUDR -ganado vacuno, café, cacao, aceite de palma, caucho, soja y madera- de la UE, contaminado por la deforestación, sólo es superado por el de China. Y no se trata sólo de los bosques.

No devolvamos las normas al punto de partida

Los derechos de las personas afectadas por las cadenas de suministro de los productos que consumen los europeos se vulneran con frecuencia: ya se trate de niños víctimas de la trata que trabajan ilegalmente en plantaciones de cacao, de pueblos indígenas desplazados a la fuerza por empresas madereras o de trabajadores de plantaciones de palma aceitera enfermos por los pesticidas que pulverizan.

El EUDR aborda estos problemas exigiendo una diligencia rigurosa que arroje luz sobre las largas cadenas de suministro que a menudo ocultan las violaciones de los derechos humanos. Los compromisos voluntarios no pueden sustituir a esta normativa.

Décadas de compromisos incumplidos demuestran que, sin sanciones por incumplimiento y sin normas vinculantes que garanticen la igualdad de condiciones, las empresas no harán -y podría decirse que no pueden hacer- lo necesario.

Una carta abierta del gigante de la confitería Barry Callebaut en la que pide la aplicación oportuna del EUDR se hace eco de estos puntos. "Es innegable que el EUDR requiere mucho esfuerzo y recursos para su cumplimiento", escribió Callebaut, pero "estos esfuerzos son esenciales para impulsar una transformación sostenible en la cadena de suministro del cacao".

Callebaut también subrayó que el texto de la ley no debería revisarse, ya que podría dejar "inadecuados" los esfuerzos de la empresa por cumplirla. En otras palabras, las empresas que han intentado ajustarse a las nuevas normas no deben ser devueltas al punto de partida para que los rezagados tengan cabida.

Lo mismo cabe decir de los socios comerciales de la UE. Algunos países, como Brasil, se han mostrado muy críticos, pero otros avanzan en silencio. Tailandia, el mayor productor mundial de caucho natural, ha intensificado sus esfuerzos para mejorar la trazabilidad, lo que permite a los pequeños productores vender a un precio superior.

Costa de Marfil, el mayor productor mundial de cacao, está trabajando para registrar todas las pequeñas explotaciones de cacao y cartografiar sus parcelas. Empresas de Argentina y Paraguay, entre los principales productores mundiales de soja, preparan envíos de soja sin deforestación a la UE.

La ley no puede llegar lo bastante pronto

De vuelta en Bruselas, seguimos esperando una declaración clara sobre el EUDR por parte de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Los opositores señalarán los recientes comentarios de un miembro austriaco del Parlamento Europeo, que jura que Von der Leyen se comprometió a retrasar la aplicación en una reciente reunión a puerta cerrada de su partido político.

Sin embargo, en las directrices políticas de von der Leyen para su nuevo mandato, afirmó que la Comisión "debe mantener y mantendrá el rumbo en todos nuestros objetivos, incluidos los establecidos en el Pacto Verde Europeo", y añadió que la atención de la UE "debe centrarse ahora en aplicar [lo acordado]".

En su carta de misión, Von der Leyen encargó a Jessika Roswall, candidata al puesto de comisaria de Medio Ambiente, que "se centrara en el cumplimiento y la aplicación de la legislación vigente en materia de medio ambiente."

Más recientemente, la Comisión comunicó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) que no retrasaría la aplicación. Sin embargo, todavía no hay ninguna declaración pública de la propia Von der Leyen.

Para quienes están en primera línea contra la deforestación, la ley de la UE no puede llegar lo bastante pronto. Hace apenas un par de semanas, hablé con una comunidad indígena de Borneo malayo que luchaba por preservar sus tierras ancestrales frente a una empresa maderera. Se enfrentan al desalojo y la indigencia.

"No tenemos adónde ir", me dijo el jefe de la aldea, mientras me enseñaba las cartas que habían enviado a los organismos gubernamentales protestando por la orden. A unos cientos de kilómetros de allí estaba el puerto desde el que se habían exportado pellets de madera de esos bosques a Francia, Alemania y los Países Bajos.

Por eso necesitamos el EUDR, y necesitamos que Von der Leyen se pronuncie clara e inequívocamente a favor del reglamento.

Luciana Téllez Chávez es investigadora principal de medio ambiente y derechos humanos en Human Rights Watch.

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