La silenciosa reforma de las pensiones que podría transformar la economía europea

Europa se encuentra ante una paradoja. Por un lado, el continente se enfrenta a enormes necesidades de inversión, desde la financiación de la transición ecológica y la mejora de las infraestructuras hasta el apoyo a la innovación y la competitividad frente a los rivales mundiales.
Por otro lado, los hogares europeos poseen billones de euros en ahorros, gran parte de los cuales se encuentran pasivamente en depósitos bancarios que rinden poco y contribuyen muy poco a impulsar el crecimiento.
Un nuevo documento de trabajo de Bruegel, Plugging Europe's Investment Gap: Understanding the Potential of Leveraging Institutional Investors, examina este desajuste desde el punto de vista de los inversores institucionales europeos, es decir, las compañías de seguros y los fondos de pensiones, también conocidos como ICPF. Estas instituciones se sitúan en el centro del problema y, potencialmente, ofrecen una de las soluciones.
¿Dónde guardan su dinero los europeos?
En general, los europeos son inversores conservadores, y la mayoría de la gente guarda sus ahorros en bancos, donde acumulan poco o ningún valor a lo largo de los años. Un inversor institucional es una gran organización que invierte dinero en nombre de personas u hogares. A diferencia de un particular, que puede comprar unas pocas acciones o abrir una cuenta de ahorro, estas instituciones gestionan enormes fondos de dinero y los invierten en distintos mercados financieros.
Los tipos más comunes de inversores institucionales son los fondos de pensiones, que gestionan los ahorros para la jubilación de los trabajadores, y las compañías de seguros, que invierten las primas o suscripciones que pagan las personas para cubrir futuras reclamaciones de seguros.
Pensiones de capitalización y pensiones públicas
El informe presenta las pensiones y la inversión como dos caras de la misma moneda. El envejecimiento de la población europea ejerce presión sobre los sistemas de pensiones de reparto, al tiempo que el continente se enfrenta a enormes necesidades de financiación.
Según el sistema de reparto, el dinero que los trabajadores no jubilados de hoy aportan al fondo de pensiones se retira inmediatamente y se entrega a los jubilados de hoy. En el futuro, cuando los trabajadores de hoy se jubilen, los trabajadores futuros pagarán sus pensiones. Pero si la población envejece, el grupo de jubilados será mucho mayor que el grupo de futuros trabajadores que los cubrirán.
Un plan de pensiones de capitalización es un plan de jubilación en el que una parte del dinero que usted y su empresa aportan se ahorra e invierte, en lugar de gastarse de inmediato. Con el tiempo, esas inversiones en acciones o bonos crecen, de modo que se acumula un fondo de dinero para cuando uno se jubile.
Los planes de pensiones de capitalización, si se amplían, pueden ayudar a resolver ambos problemas a la vez. Al garantizar un mayor ahorro para la jubilación de los hogares y canalizar ese dinero hacia proyectos a largo plazo, se convierten en un puente entre la riqueza privada y las necesidades de inversión colectiva.
Europa frente a Estados Unidos
El debate se centra a menudo en si Europa está "perdiendo" capital en favor de Estados Unidos. En efecto, las pensiones y aseguradoras europeas poseen activos estadounidenses, en particular de renta variable.
Entre 2013 y 2023, la proporción de renta variable estadounidense en las carteras de las ESFP europeas pasó del 23% al 39%. En el mismo periodo, las tenencias de deuda estadounidense aumentaron más modestamente, del 6% al 11%. Pero en relación con el tamaño de los mercados de capitales de EE.UU., esto no es tan grande como podría parecer.
"Si bien es cierto que muchos de los ahorros de los fondos de pensiones y las compañías de seguros se destinan a EE.UU., también es cierto que, en relación con el tamaño del mercado estadounidense, no es tanto. Esto demuestra básicamente, y así lo muestran nuestros resultados, que en realidad hay una infrainversión en Estados Unidos por parte de toda la UE", declaró a Euronews Marie-Sophie Lappe, una de las autoras del informe.
En otras palabras, los inversores institucionales europeos siguen siendo partidarios de su país. En su inmensa mayoría, prefieren mantener su dinero en Europa, sobre todo en deuda pública y privada. Esto contrasta fuertemente con los fondos de pensiones estadounidenses, que asignan mucho más dinero a la renta variable y a inversiones alternativas, incluido el capital riesgo.
¿A qué se debe esta diferencia? La familiaridad, la divisa y la cautela. "Las posibles explicaciones son, por ejemplo, que la gente está más familiarizada con su mercado nacional y su política nacional. El fondo de pensiones belga es más experto en la economía belga que cualquier otro.
"El idioma es otro motor. Los riesgos cambiarios también influyen, sobre todo cuando los fondos de pensiones y las compañías de seguros están obligados a pagar a sus clientes en euros", prosigue Lappe. El diseño de las pensiones sigue en manos de los gobiernos nacionales, pero la UE puede desempeñar un papel de apoyo.
El documento de Bruegel sostiene que Bruselas debe centrarse en aplicar las mejores prácticas, como la autoafiliación, al tiempo que trabaja para que los mercados de capitales europeos estén más integrados y sean más eficientes. Si los inversores institucionales pueden invertir más fácilmente a través de las fronteras, podrán ampliar y diversificar sus carteras.
Pero cualquier reforma, subrayan los autores, debe mantener al ahorrador en el centro: las pensiones son, ante todo, la seguridad de la jubilación, no sólo un instrumento para colmar el déficit de financiación de Europa.
Demasiado dinero en cuentas bancarias
El mayor problema quizá no sea dónde invierten los fondos de pensiones de empleo, sino la escasez de dinero que reciben. En la actualidad, aproximadamente el 27% del ahorro de los hogares de la UE se invierte en seguros y pensiones, casi el mismo porcentaje que en efectivo y depósitos. En otras palabras, los europeos siguen guardando grandes sumas en cuentas bancarias de bajo rendimiento, desaprovechando la rentabilidad potencial de los mercados de capitales.
"Sostenemos que la salida de inversiones hacia EE.UU. no es necesariamente preocupante para los mercados de la UE si conseguimos ampliar el sector canalizando los ahorros que actualmente están atascados en moneda y depósitos. En la UE, muchos hogares guardan sus ahorros en una cuenta bancaria, que es muy poco rentable. No genera muchos beneficios para el futuro", explica Lappe.
Si se transfiriera una pequeña parte de este dinero, se liberaría un enorme capital para inversión. "Si por cada 100 euros en una cuenta bancaria de la UE se transfirieran 10 euros al sector de los fondos de pensiones de empleo, se movilizarían más de 400.000 millones de euros que se invertirían en títulos de deuda y acciones cotizadas", añade.
Afiliación automática: Una pequeña reforma, grandes repercusiones
¿Cómo podría realizarse ese cambio? Una respuesta es la autoafiliación a las pensiones de capitalización. La autoafiliación funciona haciendo de la inversión la opción por defecto. Los trabajadores se inscriben automáticamente en un plan de pensiones de capitalización, que canaliza sus ahorros hacia los mercados de capitales, con la opción de no participar. La experiencia de países como el Reino Unido demuestra que las tasas de participación se disparan con este sistema, porque la inercia mantiene a la mayoría de la gente inscrita.
"Si sólo dependiéramos de que la gente invirtiera por sí misma, tendríamos que dedicar mucho tiempo a la educación financiera, algo que se ha intentado a lo largo de los años, pero que no ha tenido mucho éxito. Así que para movilizar realmente el ahorro de forma generalizada, ésta sería una política muy útil", explicó Lappe. En otras palabras, las campañas de educación financiera ayudan, pero no bastan. Los mecanismos por defecto, como la autoafiliación, son mucho más eficaces.
Los ahorradores deben ser la prioridad
La conclusión del documento de Bruegel es importante: Europa no necesita preocuparse demasiado por la "fuga" de capitales a Estados Unidos. El verdadero problema es el potencial desaprovechado de las cuentas de ahorro de los hogares. Y en tiempos de incertidumbre, el instinto de mantenerse al margen no hace sino aumentar.
Reorientar siquiera una pequeña fracción de ese dinero hacia las pensiones y las aseguradoras de capitalización no sólo reforzaría la seguridad de la jubilación, sino que también alimentaría las necesidades de inversión de Europa: ecologizar la economía, financiar la innovación y hacer más sólidos los mercados de capitales.
La autoafiliación no es algo llamativo. No acaparará titulares como un plan de estímulo de un billón de euros. Pero, como se afirma en el documento, puede ser la reforma silenciosa con potencial transformador.
Los autores advierten, sin embargo, del peligro de utilizar las pensiones como hucha para proyectos políticos o económicos. El primer deber de las aseguradoras y los fondos de pensiones es proteger y aumentar los ahorros de los ciudadanos, y cualquier impulso al déficit de inversión europeo debe considerarse un efecto secundario bienvenido, no el objetivo principal.
Si los gobiernos presionan a los fondos para que favorezcan a determinadas regiones o industrias en detrimento de una inversión cuidadosa, podrían acabar perjudicando a los mismos ahorradores a los que estas reformas pretenden beneficiar.
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