Vandalismo en una heladería de Barcelona tras ser denunciado su dueño por no atender en catalán

El incidente ocurrió el 17 de agosto en plena Fiesta Mayor de Gràcia, cuando la pareja del consejero de distrito de ERC Guillem Roma acudió a comprar un helado a la franquicia Dellaostia situada en el número 128 de la calle del Torrent de l'Olla de Barcelona.
Según el relato de Roma, el dependiente respondió de manera hostil cuando su pareja se dirigió a él en catalán, le respondió de manera ruda con la palabra "maleducada" por usar esta lengua, añadiendo, además, comentarios como "estamos en el Reino de España". El local, fundado por el argentino Leandro Rincón, no ha querido hacer declaraciones sobre el suceso.
Roma decidió hacer público el caso a través de la red social X, donde explicó los hechos y anunció que había presentado reclamaciones ante el Departamento de Política Lingüística, la Oficina de No Discriminación del Ayuntamiento de Barcelona y la Agencia Catalana de Consumo.
Vandalismo y reacciones polarizadas
La denuncia pública tuvo consecuencias inmediatas para el establecimiento, que amaneció el martes completamente vandalizado.
Los empleados tuvieron que limpiar grafitis que tildaban al local de "fascistas de mierda" antes de abrir al público, además de retirar una veintena de adhesivos amarillos con mensajes como "Este local no respeta el catalán" o "el turismo mata la ciudad".
Las reacciones en redes sociales se polarizaron rápidamente. Mientras entidades como Òmnium Cultural, Plataforma per la Llengua y partidos como ERC, CUP y PSC expresaron su apoyo a Roma con mensajes sobre la necesidad de "hacer respetar nuestra lengua" y que "la catalanofobia no puede quedar impune", otros usuarios criticaron la actuación considerando el catalán como "minoritario" y cuestionando su uso en contextos comerciales.
Apoyo político y condena de la violencia
El caso ha generado reacciones contrapuestas en el ámbito político. Antonio Baños, exlíder de la CUP, llegó a publicar que "este local es nuestro enemigo hasta que cierre", mientras que el líder del PP en Barcelona, Daniel Sirera, condenó rotundamente los actos vandálicos: "Ninguna causa, ninguna, justifica la violencia. El odio nunca puede ser bandera política".
La controversia ha puesto de manifiesto las tensiones lingüísticas que persisten en Cataluña y ha reabierto el debate sobre los límites entre la defensa del catalán y el respeto a la libertad comercial, así como sobre los métodos apropiados para abordar estos conflictos.
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