Opiniones enfrentadas en la ONU sobre la inmigración: ¿Desarrollo o destrucción?

A lo largo de esta semana, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidos, el mundo ha podido ver cómo el debate sobre la inmigración está más vivo que nunca. Mientras que este miércoles el rey de España, Felipe VI, consideraba que la inmigración es "un vector de desarrollo", apenas un día antes, el presidente Donald Trump aseguraba que "está destruyendo" Europa.
"Creemos que la inmigración, adecuadamente gestionada, es un vector de desarrollo mutuo para las sociedades de origen de tránsito y destino, y que los derechos humanos de los migrantes deben ser, en consecuencia, la referencia principal de nuestra acción", sostenía el monarca durante su intervención desde el atril de la plenaria de la ONU.
Expertos consultados por 'Euronews' reconocen que la inmigración puede suponer un reto para los países de acogida, pero distan mucho de suscribir la visión catastrofista del mandatario estadounidense y coinciden en señalar que existe una solución clara: la regularización de los flujos migratorios.
"La inmigración es una palanca cuando es legal, selectiva y bien integrada; y un problema cuando es desordenada y capturada por mafias", considera Daniel del Valle Blanco, embajador y observador permanente de la Organización Internacional de la Juventud (OIJ) ante las Naciones Unidas entre 2022 y 2024.
En este sentido, Del Valle Blanco sostiene que Trump "acierta" al señalar que una inmigración "desordenada e ilegal" puede erosionar la confianza pública, generar problemas de acceso a los servicios públicos y alimentar la polarización". Es decir, "migración sí, pero con ley, cupos, idioma, empleo y civismo como requisitos".
En esa misma línea, se expresa Olatz Cacho, portavoz de Amnistía Internacional para Estados Unidos, quien defiende que la migración "es un fenómeno humano que, gestionado con un enfoque basado en los derechos, puede ser positivo y aportar al desarrollo social, cultural y económico" de los países de acogida.
La experta en derechos humanos, no obstante, matiza que no es la llegada de migrantes la que puede acrecentar la polarización en Europa, sino "los discursos de odio, la estigmatización, la discriminación y las políticas que niegan derechos básicos".
El impacto de la inmigración en los países de acogida
El de Cacho es un punto de vista radicalmente opuesto al de Trump, que el martes se refirió a la inmigración, junto a la dependencia energética, como un monstruo de dos colas que destruye todo a su paso", que está "devastando" Europa.
"En términos generales, la inmigración no está arruinando a los países europeos, sino que les está ayudando a mantener y rejuvenecer su población activa en un contexto de envejecimiento de la población autóctona", indica José Pablo Martínez, investigador en Dinámicas Sociales y Económicas de las Migraciones del Real Instituto Elcano. "En general, las críticas a las políticas migratorias europeas son cuanto menos exageradas, pero ello no quita que la inmigración esté acarreando ciertos desafíos, especialmente en términos de integración social", reconoce.
El analista del 'think tank' español de referencia, opina que "en términos generales, la inmigración no está arruinando a los países europeos, sino que les está ayudando a mantener y rejuvenecer su población activa en un contexto de envejecimiento de la población autóctona". En el caso de España, destaca ciertos sectores, como el trabajo doméstico, la hostelería, la construcción o la agricultura "que sin inmigrantes tendrían serias dificultades para continuar con su actividad".
En el caso concreto de España, la aportación de los trabajadores extranjeros ha sido determinante para su recuperación económica. La Moncloa ha destacado que, a finales de 2024 había 2,88 millones de afiliados extranjeros, un récord histórico. En total, los inmigrantes representan el 13,47% de los afiliados a la Seguridad Social, y uno de cada cuatro contratos firmados en 2024 correspondió a personas de origen extranjero, según datos del SEPE.
En base a los datos, Cacho deja claro que Amnistía Internacional cree que, en realidad, afirmaciones como la del mandatario estadounidense obedecen más a una "retórica política" que a una realidad empírica.
En cuanto al impacto que la inmigración pueda tener en el tejido social de los países de acogida, de nuevo, la portavoz de esta organización pro derechos humanos, se muestra tajante: "Las afirmaciones que vinculan los casos de inmigración con la inseguridad o con el colapso de servicios, de momento, carecen de fundamento científico".
"Estos escenarios futuristas, alarmistas, simplemente forman parte de una narrativa que busca sembrar el miedo", asegura Cacho. "No hay ninguna base real que nos lleve a pensar que esta es una posibilidad, ni en Europa, ni en ningún otro país".
Del Valle Blanco, por su parte, sí considera que la inmigración puede tener un impacto en aspectos de la vida que afecten directamente a las sociedades de acogidas, como "presiones reales en vivienda, sanidad y escolarización" así, como "dificultades de integración en barrios concretos"; pero no cree que estas situaciones se deban "extrapolar" a todo un continente, favoreciendo así la proyección de "escenarios apocalípticos".
"Lo responsable es diferenciar entre la inmigración legal que trabaja y cotiza, y las redes de entrada ilegal que alimentan explotación y mafias", detalla. "Con indicadores microterritoriales se puede pasar del eslogan a la gestión basada en evidencia".
La solución, abrir nuevas vías legales
En el caso español, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a 1 de enero de 2024 la población nacida en el extranjero representaba el 18,2% del total, mientras que los residentes extranjeros suponían el 13,37% de la población. Los principales países de origen son Marruecos, Colombia, Venezuela, Rumanía y Perú, todos ellos con claros vínculos históricos, geográficos o lingüísticos con España.
Una solución para paliar posibles problemas de integración, sostiene Del Valle Blanco, sería fomentar la firma de acuerdos con los países de origen, al tiempo que se garantiza a los nacionales el acceso al Estado de bienestar, con acceso a "una vivienda asequible, deducciones por hijo, guarderías, horarios compatibles, apoyo a maternidad y paternidad y un mercado laboral menos precario para jóvenes".
En términos similares se expresa Martínez, el investigador del Real Instituto Elcano, quien defiende que "la única solución efectiva a largo plazo es la cooperación con los países de origen para fomentar su desarrollo y el diseño de programas bilaterales de contratación en origen".
La portavoz de Amnistía Internacional, por su parte, aboga además por garantizar la "igualdad de derechos" entre nacionales y extranjeros, "sin excepciones", además de por "conectar a comunidades enteras con personas que están buscando una vida mejor o con protección respecto a situaciones traumáticas en cuanto a los derechos humanos".
En lo que sí coinciden los tres expertos de manera incontestable es en que la solución al problema pasa por una mejora de los procesos migratorios, que permita la llegada ordenada y segura de los migrantes, en función de sus situaciones personales, pero también de las necesidades de los países que los acogen.
"La solución no pasa por las fronteras, sino por abrir rutas alternativas, legales y seguras", apunta Cacho, quien defiende además que, de esta manera, se evitaría que miles de personas queden "atrapadas en manos de las redes criminales" y acaben jugándose la vida por alcanzar sus sueños.
Del Valle Blanco aboga por lo que llama "una estrategia 360º", que incluya mejoras tecnológicas, fronteras, operativos, procesos de asilo más ágiles -"con decisiones en semanas", retornos dignos y la apertura de nuevas vías legales "que resten clientela a los traficantes".
"Trump acierta al exigir eficacia; Europa acierta cuando une seguridad, integración y oportunidades", remata el diplomático. "La fórmula es clara: ley, mérito, civismo y familia. Con eso, protegeremos la identidad europea y también su futuro".
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